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Uno más uno son tres

Adriana Cooper
27 de octubre de 2022 - 05:30 a. m.

La lógica y la matemática elemental nos dicen que uno más uno son dos. Sin embargo, un proverbio antiguo lleva a pensar que si se trata de la vida, del día a día que corre fugaz junto a las personas, trabajar con otros realmente equivale a más de dos partes: podríamos decir que si hablamos de la cercanía de dos personas, el resultado de su colaboración en común sería el elemento número tres, una pieza valiosa e indivisible que solo puede existir a partir de la unión de ambas partes.

Desde la creación como república, Colombia ha sido un país guiado por el individualismo o el interés de ciertos grupos de permanecer alejados, distintos o con privilegios. La actual división por estratos que hoy guía algunas ciudades en temas económicos y de servicios públicos suele trasladarse a la vida diaria: lleva a muchos a identificarse con el sitio en el que viven y a olvidar otros lugares. El momento del país y del mundo invita a dejar las divisiones y, sobre todo, a incluir, con acciones y más allá del lenguaje, a personas con realidades variadas. Aquí van dos situaciones que el Gobierno, las empresas y las organizaciones pueden tener en cuenta si se trata de cambiar la vida en común.

Calles para la libertad

Caminar a través de las lomas de una ciudad como Medellín puede ser una aventura peligrosa para un habitante común al que su cuerpo le permite moverse con naturalidad. Para quienes van en silla de ruedas, llevan un carro de bebé entre las manos o un equipaje pesado sobre los hombros, esto se convierte en un evento improbable. En Medellín tenemos un alcalde que habla de drones que volarán sobre el río y puede haber novedad o cierto entusiasmo hacia lo nuevo y desconocido, ¿pero dónde están los líderes que quieren transformar las calles, los andenes y la movilidad creciente, de forma sostenible y hacia el futuro? Cada día se ven más motos y vehículos, y menos propuestas inteligentes que permitan a todas las personas moverse de forma segura y posible. A esto le llaman libertad: empezar por lo básico.

Poder cuidar a otros y trabajar

Por estos días se habla mucho de la posibilidad de incluir a las mujeres en el discurso. Entendemos que las realidades empiezan a través de los pensamientos, las ideas y las palabras. Al mismo tiempo: ¿qué hacemos cuando las palabras a veces no llegan a la realidad? Millones de mujeres, en Colombia y en el mundo, realizan toda serie de acrobacias para trabajar y cuidar a sus hijos. Para hacerlo más fácil, algunas organizaciones y empresas lo han aplicado: hay flexibilidad en los horarios y en las asignaciones, y ofrecen otra serie de posibilidades para avanzar en la vida laboral sin sacrificar las actividades familiares. En algunos países la vida laboral tiene en cuenta los horarios de los colegios y el Estado ofrece facilidades para que las personas cuiden a aquellos que dependen de ellos. Y lo hacen porque entienden que una persona que vive en armonía en su casa y ha recibido una ayuda intentará compensar al máximo lo otorgado y dará lo mejor de sí misma, para siempre. Esto también aplica para aquellos que cuidan familiares con situaciones específicas de salud: ¿qué hacemos a diario para tener en cuenta la realidad diversa de aquellos que van por la vida junto a nosotros? Hacerlo, de verdad, es multiplicar las posibilidades.

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