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Nuestra vida se define también por los momentos que recordamos con detalles. Muchos nos preguntamos qué tanto vale la pena recordar. ¿Para qué guardar las tarjetas recibidas, para qué girar el tallo de las flores frescas que alguna vez nos dieron, para que se sequen, y así poder guardar ese momento para siempre? En este tema y para vivir con más serenidad, dice el doctor Joe Dispenza: “del pasado es valioso llevarse el aprendizaje y no el sentimiento”.
Estudioso del cerebro y de la fuerza mental, ha dicho frases como esta para lograr que las personas vayan más livianas por la vida y eviten que los sentimientos del pasado las detengan, pero no es tan sencillo, Cuando leo las noticias de Oriente Medio o escucho las historias de personas cercanas, la mente me lleva de vez en cuando a la mañana del 7 de octubre. Por el cansancio previo del día, recuerdo haber olvidado silenciar el celular. En la madrugada de aquí, escuché el sonido de muchos mensajes. No entendía por qué alguien escribía tan temprano.
Sucedió porque una persona de un chat al que pertenezco y vive en Oriente Medio, informó sobre la muerte de unos jóvenes que asistieron a un festival de música, muy cerca de Gaza. Hablaba de violaciones a mujeres, amputaciones sin anestesia, gente que se ahogó entre gases al esconderse, papás que animaron a sus hijos a aguantar, en medio de la angustia de no poder hacer más. Todos tenían un elemento único: estaban en Israel y eso fue suficiente.
Colombianos, alemanes, mexicanos de creencias variadas se convirtieron en blanco del odio de los integrantes de Hamás: los mismos que se burlan de las mujeres en Gaza o que buscan las extranjeras para hacer con su cuerpo lo que les prohibe el Islam hacer con las propias. A esto le siguió una incursión del Ejército de Israel para liberar a los secuestrados. Todo este suceso ha mostrado cómo la miseria no tiene límites: secuestrados en túneles sin luz, familias acabadas, terroristas que se esconden entre los niños de Gaza, huecos de bombas que llegan hasta las profundidades de la tierra.
Un año después, la guerra continúa y, con ella, otros elementos no menores, como la ignorancia de quienes nos guían. Entre esos está el presidente Gustavo Petro, que le dijo “inteligente” al líder de Hezbolá, y a él se sumó el senador Ariel Ávila, quien localizó a la ciudad de Haifa en el lugar incorrecto. La lista continúa.
Sí, todos podemos cometer errores, pero uno espera que los líderes de un país puedan estar más informados, puedan demostrar más sabiduría técnica y espiritual. O que al menos se preparen un poco antes de opinar, para que puedan ser esos guías que los demás ven con credibilidad. Estamos en los tiempos donde el respeto al experto se esfuma y donde muchos creen saber de todo. Para muchos, solo basta una chispa de indignación, un prejuicio, o tener un celular, para sentirse autoridad en un tema. El rigor, la experiencia, el estudio juicioso o la investigación ya no son valiosos para muchos.
Un año después del 7 de octubre, Oriente Medio sigue en guerra y la incapacidad de una solución nos demuestra que como humanidad podemos haber logrado muchas cosas, pero nos faltan varias vitales: respetar lo distinto, incluir, saber escuchar y vivir en armonía. Escribo esta columna horas antes del Año Nuevo Judío 5785. Que la paz interior llegue a cada persona y se refleje en Oriente, Colombia y en todos los puntos de la tierra.
*Ex corresponsal de noticias en Jerusalén y magíster en Estudios de Oriente Medio.
