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Génova y las nuevas noticias viejas


Adriana Villegas Botero

13 de agosto de 2024 - 12:05 a. m.

El Quindío es un triángulo y Génova está en el vértice inferior, en los límites con Tolima y Valle. Para algunos es la cuna del cacique conservador Omar Yepes Alzate y para otros es la tierra en la que nació Pedro Antonio Marín, más conocido como Manuel Marulanda o Tirofijo.

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En vacaciones se habla de Filandia, Salento, Cocora, el Parque del Café y Panaca. La mayoría de las fincas cafeteras que atraen turistas se concentran en la zona llana del Quindío y son menos los viajeros que se animan a visitar los municipios cordilleranos: a ir al bellísimo Pijao, que hace parte de la red mundial de ciudades lentas, o a Buenavista, enclavado en una colina desde la que se ven cuatro departamentos.

El desarrollo desigual del turismo quindiano se explica en parte porque hace décadas la zona cordillerana fue escenario del conflicto armado. No hablo de la violencia bandolera de los años 50, particularmente cruenta allí, sino de los 80 y comienzos de este siglo, cuando hubo numerosas víctimas.

Diego Fernando Sicua, el actual alcalde de Génova, era un bebé cuando en 1985 el M-19 se tomó Génova, y tenía 12 años cuando en 1997 se lo tomaron las FARC. “Esa época fue horrible. Uno se estaba chupando un helado en el parque y de pronto alguien decía ‘se va a meter la guerrilla’ y empezaban a cerrar las puertas de los negocios como si fueran fichas de dominó”.

El pasado 7 de agosto 400 militares desfilaron por las calles del pueblo, no sólo para conmemorar la Batalla de Boyacá sino también para enviar un mensaje de “aquí estamos”. En esa fecha, 25 años atrás, las FARC cometieron una masacre que dejó cinco muertos y cuatro heridos: jóvenes que tomaban cerveza y jugaban billar y maquinitas en una fuente de soda del pueblo.

Secuestros, extorsiones, homicidios, desplazamiento: Génova conoció todos los rostros de la violencia. El declive de los frentes 50 y 21 de las FARC comenzó en 2004, cuando el Ejército instaló un batallón de alta montaña en la vereda El Cedral, entre Génova y Pijao. La presencia permanente de tropa puso fin al control guerrillero y a los retenes en el Alto de la Línea, pero años después se supo que miembros de ese batallón cometieron al menos seis falsos positivos, que se suman a otros 17 del Batallón Cisneros de Armenia.

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En 2016, cuando las FARC se desmovilizaron luego de los diálogos de La Habana, ya no quedaban insurgentes en esa región.

Hace unos meses las disidencias de las FARC mencionaron al Quindío entre los departamentos en los que querían incursionar. El tiempo corrió sin novedad en el frente hasta hace tres semanas, cuando los titulares de prensa fueron un déjà vu: el 14 de julio un enfrentamiento en el corregimiento de Cumbarco, en Sevilla, Valle, dejó cuatro muertos, un soldado herido y cuatro capturados, supuestos disidentes del frente 57 Yaír Bermúdez. El 1 de agosto hubo otro choque en la vereda El Cairo, de Génova, en una zona que ha sido corredor histórico para los grupos armados que se mueven entre el Cañon de Aures, en Caicedonia, Valle, y el Tolima.

“Tenemos atractivos turísticos: ruta de la miel, del café y del cacao. Necesitamos apoyo para unos puntos críticos en la vía a Barragán (la vía a Armenia), pero el municipio ha avanzado mucho en estos 20 años”, me dice el alcalde. Añade que hace dos décadas muchas fincas se llenaron de rastrojo por el abandono, pero hoy hay café, limón, aguacate, frutales, ganado. “La gente vive muy tranquila y el Ejército está haciendo una buena labor de contención”. Le pregunto por los combates recientes, que no se veían hace tantos años, y guarda silencio. Luego dice: “Deplorable, desconcertante. No podemos retroceder”.

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Desconcertante. Eso mismo pensé cuando leí esos titulares nuevos, que suenan a noticias del siglo pasado.

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Por Adriana Villegas Botero

Periodista, abogada y doctora en literatura. Autora de los libros ‘El oído miope’, ‘El lugar de todos los muertos’ y ‘Sakas’. Profesora en la Universidad de Manizales. Ha recibido tres veces el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.
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