Luego de referirse a mujeres periodistas como “muñecas de la mafia” (antes habló de “periodismo Mossad”), el presidente Gustavo Petro intentó matizar. Tras la salida del país de la reportera Laura Ardila trinó: “Aquí tenemos cómo la mafia ataca a una periodista de verdad. La periodista de verdad es la que busca la verdad”.
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Estoy de acuerdo: Laura Ardila es una periodista de verdad. Sospecho, eso sí, que diferimos en las razones para llegar a esa conclusión.
En el libro La Costa Nostra, Laura Ardila muestra las prácticas corruptas que le permitieron al Clan Char adueñarse de los poderes públicos en Barranquilla, pero además explica cómo el clientelismo local beneficia a quienes posan de estadistas y empresarios en Bogotá. Se trata de un libro útil para entender cómo funcionan los clanes políticos y para aprender a observar poderes regionales, porque la corrupción no es exclusiva del Caribe.
Laura describe las estrategias de los Char: “una millonaria chequera en pauta oficial para los medios locales, adjudicada casi toda a dedo” que destinan “más que a la difusión de mensajes, al control del mensaje, de un único mensaje”. Ella escribe sobre Barranquilla, pero veo ahí a mi región.
En Caldas estamos inundados de publirreportajes de MinTIC. Mauricio Lizcano aparece en entrevistas, fotos y titulares. Puso al gobernador actual y muchos aseguran que pondrá al próximo: Fabio Arias, actual rector de la Universidad de Caldas. La ley prohíbe las placas de homenaje a funcionarios por inversiones públicas, pero nada dice sobre los pendones, así que hace un mes los vimos ante uno gigantesco en el que se lee: “Gracias señor presidente Gustavo Petro y gracias señor ministro Mauricio Lizcano por hacer de Caldas referente en inteligencia artificial en el país”. Ocurrió en la presentación de la que anuncian como primera Facultad de IA, que en realidad es la antigua Facultad de Ingeniería de la Universidad de Caldas con nuevo nombre y promesa de nuevo edificio. Este cambiazo del gobierno del cambio implica inversiones: en mayo MinTIC anunció $28.000 millones pero en agosto dijo que los estudios estaban desactualizados y que serán $40.000 millones.
La periodista de verdad que es Laura Ardila habló hace tres meses de Lizcano en su video “Los nuevos caciques políticos de Colombia”. Allí dice: “el proyecto alternativo del actual presidente Gustavo Petro ha evidenciado que las maquinarias siguen siendo necesarias para ganar. Petro se alió con varias para hacerlo y su gobierno ha empoderado a algunas”. Se refiere a Mauricio Lizcano, Euclides Torres, Alfredo Deluque, Erasmo Zuleta, los hermanos Díaz Mateus y Julián Bedoya.
A Laura Ardila le ocurre lo que a otros colegas que entienden el periodismo como un ejercicio contrapoder: generan aplausos y odios, dependiendo del protagonista de cada investigación, y terminan acumulando enemigos en todas partes. Es el caso de Daniel Coronell: las bodegas petristas aplauden cuando revela entuertos de Álvaro Uribe, pero atacan cuando descubre que los balances de la campaña presidencial parecen hechos en Ecomoda.
El 7 de julio Laura Ardila publicó en su columna una carta de 179 periodistas dirigida a Petro. Allí dijimos: “No le corresponde al presidente decidir quién hace buen o mal periodismo”. Cuando el presidente califica a Laura como “periodista de verdad” hace justo lo que ella le pidió que dejara de hacer. O no escucha, o no le importa.