En septiembre de 1987, Daniel Samper Pizano reveló en su columna “Reloj” de El Tiempo datos desconocidos sobre el affaire del Rolls-Royce del entonces ministro de Justicia, José Manuel Arias Carrizosa. Este había lo importado en 1981 al término de su misión como embajador en Cuba. Era una práctica común que los diplomáticos trajeran de vuelta un carro, el cual luego vendían en el país ganándose una buena plata. Implicaba un enriquecimiento derivado del ejercicio de un cargo público, pero la práctica era tolerada.
Sin embargo, Arias se excedió al importar un Rolls-Royce, que en ese momento valía más de 100.000 dólares. No solamente eso. El permiso previo que debía dar la Cancillería antes de la importación del vehículo se expidió cuatro meses después de la respectiva nacionalización. Sí, el ministro de Justicia había violado la ley. Estaba demostrado. José Manuel Arias Carrizosa, alias el Manco, tuvo que renunciar. Lo llamaban así en Santander, su tierra natal, porque durante la campaña presidencial de 1978 solía prometer en los discursos en la plaza pública que primero se cortaría una mano antes de votar por el candidato Julio César Turbay Ayala. No solamente votó por Turbay, sino que entró a su gabinete como ministro de Comunicaciones.
Dos meses después de las revelaciones de la columna “Reloj”, Daniel Samper Pizano abandonaba apresuradamente el país por amenazas de muerte. Durante muchos años no pudo volver a Colombia. No, no está probado que el Manco Arias Carrizosa lo amenazó. Pero sí se sospechó que fue la denuncia del Rolls-Royce la que disgustó a quienes amenazaron a Samper Pizano.
El exilio del columnista más leído del país fue motivo de júbilo para el gobierno del presidente Virgilio Barco. Gustavo Vasco, su vocero, amigo y uno de los hombres que más poder ejerció en esa administración, señaló que Samper Pizano era un sicario moral: “Un sicario actúa por cuenta ajena y Samper actúa por cuenta propia”. Vasco agregó: “Así como infortunadamente en Colombia existen sicarios que atentan impunemente contra la integridad física de las personas, de la misma manera existen periodistas que también impunemente destruyen la honra de las gentes”. En realidad el asesor de cabecera de Barco ventilaba la molestia del gobierno pues la denuncia del columnista cobró una baja en el gabinete. El Manco tuvo que retirarse del cargo.
Después vino el júbilo del propio presidente Barco. En declaraciones públicas sobre el exilio de Samper Pizano, dijo que algunos periodistas elegían fijar su residencia en el exterior. En estos días, a raíz de las revelaciones sobre Rafi Eitan, alguien señaló que Virgilio Barco fue un gran demócrata. No. Sería más apropiado decir que fue un gran cínico. Un demócrata no se burla de las amenazas de muerte contra un periodista dedicado a destapar los abusos de poder.
En septiembre de 1987, Daniel Samper Pizano reveló en su columna “Reloj” de El Tiempo datos desconocidos sobre el affaire del Rolls-Royce del entonces ministro de Justicia, José Manuel Arias Carrizosa. Este había lo importado en 1981 al término de su misión como embajador en Cuba. Era una práctica común que los diplomáticos trajeran de vuelta un carro, el cual luego vendían en el país ganándose una buena plata. Implicaba un enriquecimiento derivado del ejercicio de un cargo público, pero la práctica era tolerada.
Sin embargo, Arias se excedió al importar un Rolls-Royce, que en ese momento valía más de 100.000 dólares. No solamente eso. El permiso previo que debía dar la Cancillería antes de la importación del vehículo se expidió cuatro meses después de la respectiva nacionalización. Sí, el ministro de Justicia había violado la ley. Estaba demostrado. José Manuel Arias Carrizosa, alias el Manco, tuvo que renunciar. Lo llamaban así en Santander, su tierra natal, porque durante la campaña presidencial de 1978 solía prometer en los discursos en la plaza pública que primero se cortaría una mano antes de votar por el candidato Julio César Turbay Ayala. No solamente votó por Turbay, sino que entró a su gabinete como ministro de Comunicaciones.
Dos meses después de las revelaciones de la columna “Reloj”, Daniel Samper Pizano abandonaba apresuradamente el país por amenazas de muerte. Durante muchos años no pudo volver a Colombia. No, no está probado que el Manco Arias Carrizosa lo amenazó. Pero sí se sospechó que fue la denuncia del Rolls-Royce la que disgustó a quienes amenazaron a Samper Pizano.
El exilio del columnista más leído del país fue motivo de júbilo para el gobierno del presidente Virgilio Barco. Gustavo Vasco, su vocero, amigo y uno de los hombres que más poder ejerció en esa administración, señaló que Samper Pizano era un sicario moral: “Un sicario actúa por cuenta ajena y Samper actúa por cuenta propia”. Vasco agregó: “Así como infortunadamente en Colombia existen sicarios que atentan impunemente contra la integridad física de las personas, de la misma manera existen periodistas que también impunemente destruyen la honra de las gentes”. En realidad el asesor de cabecera de Barco ventilaba la molestia del gobierno pues la denuncia del columnista cobró una baja en el gabinete. El Manco tuvo que retirarse del cargo.
Después vino el júbilo del propio presidente Barco. En declaraciones públicas sobre el exilio de Samper Pizano, dijo que algunos periodistas elegían fijar su residencia en el exterior. En estos días, a raíz de las revelaciones sobre Rafi Eitan, alguien señaló que Virgilio Barco fue un gran demócrata. No. Sería más apropiado decir que fue un gran cínico. Un demócrata no se burla de las amenazas de muerte contra un periodista dedicado a destapar los abusos de poder.