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Lógica, ética y estética

Alberto Donadio
10 de noviembre de 2015 - 02:00 a. m.

¿Un acaudalado constructor cuyo movimiento político se llama Ética, Lógica y Estética?

Esa no fue la única sorpresa en la campaña de Rodolfo Hernández, un ingeniero civil santandereano de 70 años. Pese a que las encuestas lo daban de último entre cuatro aspirantes, Rodolfo Hernández ganó el 25 de octubre la Alcaldía de Bucaramanga, derrotando a los candidatos de la maquinaria. En una estupenda entrevista, Manolo Azuero de La Silla Vacía revela que fue el filósofo y semiólogo Gabriel Hernández, hermano del alcalde elegido, el que le mezcló Kant a la campaña. Recuerda Gabriel Hernández: “Él me llamó un día a decirme que quería ser alcalde. El siguiente paso fue saber qué era lo que él pensaba hacer. Y como todos los ricos, no pensó sino en los estratos 4, 5 y 6. Ellos no ven más allá. Megaproyectos: mega autopistas, mega túneles, mega aeropuerto, un poco de cosas macro, grandísimas y exageradas. Un rico es una persona que sólo piensa en él, nunca en los demás, y cuando piensa en los demás es para sacar un beneficio. Llámese Rodolfo Hernández, llámese Rafael Marín, llámese Armando Puyana, los Santodomingo, todos son igualitos, todos piensan igual, ellos nunca piensan en el otro excepto para conseguir un rendimiento económico. Yo trabajé 25 años con Rodolfo y lo conozco a profundidad, además de ser mi hermano conozco cómo eran sus actitudes. Y entre más se volvía capitalista y engrosaba sus arcas, más alejado de mi estaba. Mientras yo iba hacia la sensibilidad, él iba hacia la materialidad. A él no le importaba nada de lo que fuera social, pero yo empecé a convencerlo”. Agrega: “Le contesté que si esa era la visión que él tenía de la ciudad yo no participaba de la campaña. Me preguntó que por qué y le dije que la respuesta la iba a conseguir él mismo, que se fuera para el Norte (la zona más pobre), que se fuera a hablar con la gente y a meterse en sus casas”.

Sigue diciendo Gabriel Hernández: “Un día me llamó y me dijo que estaba allá en el Norte, exactamente en La Esperanza III. Toda la gente dice que es imposible bajar allá, que es peligrosísimo. Sin embargo, él a las siete y media de la noche estaba ahí. Y en ese momento pensé que él podía cambiar, porque me dijo ‘tengo lágrimas en los ojos, yo sabía que había pobreza pero no miseria’. Al siguiente día nos reunimos y me dijo ‘ahora sí entendí lo que usted quería decirme, cuál es la labor de un alcalde’. Le dije, la labor de un alcalde es el megaproyecto social. Primero está el ser humano y después están las autopistas y los puentes y los túneles y toda esa cosa. Si no logramos resolver el problema de esa inequidad, de ese desfase entre los ricos y los pobres, entre nosotros que vivimos supremamente bien y los que muchas veces no tienen que comer en el día, cualquier otro proyecto, por fabuloso que sea, es inoperante. El problema crucial es acabar con esa diferencia tan abismal y él lo entendió. Y eso es lo valioso de él. Como todos los ricos, son prepotentes, son gritones, son groseros, a veces pasan por encima de la Ley, pero Rodolfo entendió y se conmovió con lo que vio”.

Gabriel Hernández explicó el nombre del movimiento: “La lógica es la base de la ciencia, en el gobierno necesaria para saber si realmente se necesita una obra. La ética, que todo lo que se haga en la administración pública sea transparente, sin curvas. Y la estética, que cuando usted se enfrenta a un objeto bello se produce la atenuación de las pasiones. Cuando se va a un concierto de musica clásica, ¿usted cuándo ha visto que se insulten o se agarren a botellazos o a patadas? Nunca, se produce una introspección profunda y la gente entra en la espiritualidad. Ahí está la explicación de la importancia de la estética, así sea en un discurso: ponga a Gaitán, estético, ponga a Serpa, un vulgar”.

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