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Nos mataron la ilusión

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Alberto López de Mesa
30 de julio de 2021 - 05:11 p. m.
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Es inevitable que me aflija ante la desgraciada situación en que quedaron cientos de familias campesinas desplazadas violentamente de sus tierras en el municipio de Ituango. Son patéticas las imágenes de las miles de víctimas de este crimen de lesa humanidad ahora mismo arrumadas en albergues, pero es mucha gente, dicen que 4000, así que la mayoría se encambucha en cualquier baldío, playón o plaza del casco urbano, hasta donde la policía les permite.

No se les ve llorar, los jóvenes se emplazaron frente a la alcaldía y sin arengas, exponiendo así no más su desamparo piden la ayuda del gobierno, otros, mujeres sobre todo, optan mejor por la inmediata caridad de quienes se conduelen de su tragedia. Vi en las noticias unas niñas a la intemperie, es época de lluvias, miran de frente a la cámara y sus gestos me parecieron de ira, como recién despertadas de un sueño plácido por la violencia de atarbanes.

Corre el rumor de que el Ejercito irá a brindarles seguridad para que vuelvan a sus parcelas, eso dizque lo prometió el ministro del interior, pero si el ejército nunca ha hecho nada para impedir que los del clan del Golfo mate a los que se resistieron a dejar sus parcelas. A veces uno cree que pueden ser hasta cómplices del destierro.

Una señora de setenta años y en silla de ruedas se negó a abandonar su casa, los hijos dicen que allá está, que no hubo poder humano que la convenciera de huir: “yo sin mi finca me muero, entonces que vengan y me maten aquí” – dicen que dijo.

Entrevistan a un señor que con su mujer y sus tres hijas se guarecen de la lluvia bajo un alero, contesta con desdén: “estamos vivos de vaina, pero nos mataron la ilusión. ¿Usted cree que nos van a dejar en paz? Esa gente es dañada, el que se resista muere.”- afirma sin rabia, como resignado a su desgracia. La periodista se perturba, se retira cabizbaja incapaz de consolar tamaña franqueza.

Entre tanto, en la capital del centralismo que es como la oficialización de la discriminación, del olvido, de la indolencia a todo lo que suceda por fuera del Distrito, las gentes ni siquiera les interesa el origen de esas familias maltrajeadas y mendicantes al pie de los semáforos, con pudor les intimidan esas nuevas caras que ven habitando las calles, pero ni se preguntan la causa de su presencia, como si fueran pobres por generación espontánea, por ósmosis, o más bien productos de un merecido karma.

Estoy seguro que los bogotanos corrientes ni siquiera han notado que las mujeres Emberas con sus hijitas que limosnean en los puentes peatonales no hablan español, que casi nadie les da monedas porque aún no saben pedir, estiran la mano con un tarro imitando a los mendigos que ven las iglesias, ¿Acaso sabemos a dónde van por las noches, dónde y cómo duermen?

El desplazamiento forzado ha sido el signo trágico de toda la historia de Colombia rural. Toda la colonización que cumplieron los antioqueños en el siglo XIX en realidad fue el atroz destierro de los nativos. Decía mi profesor de historia en bachillerato, Paco Burgos, que la escultura del tronco con el hacha en la plaza de Armenia simbolizaba el exterminio de la gentes Quimbaya, por eso les enorgullece a los descendientes de los colonos racistas. Y, no ha parado el desalojo de tierras indígenas, las guerras intestinas sirvieron para que los terratenientes tradicionales expandieran sus latifundios apropiándose de las tierras que dejaban los desplazados, todos lo callan, pero se sabe que muchos de los destierros, de antes y de ahora, han sido patrocinados por esos bellacos hacendados.

Ahora, que este gobierno hizo popó en los acuerdos de paz, y volvimos a la guerra que por miedosa les conviene, porque se alimentan de odio y porque cultivan el pavor en las almas impotentes, para poder hacer de las suyas en el poder político y sobre las tierras ricas, entonces las nuevas formas de guerrilla en disputa o en alianza con los clanes narcotraficantes, con los mineros furtivos, con los ganaderos ávidos de potreros para el pastoreo, sin agüero destierran pueblos enteros para garantizarse lotes para sus cultivos de coca y rutas propias para el transporte de cocaína, y ni siquiera se les arruga el alma cuando causan incendios forestales y el ejército, o es cómplice de esa práctica o no sirve para nada, es un cero a la izquierda en la guerra rural, toda vez que matan en sus narices a líderes ambientalistas y sociales, en su propia cara los taladores se roban y comercian la madera de bosques nativos y los mineros escavan de frente y de frente también sobornan a los altos mandos militares para que miren para otro lado.

Aun no termina de escribirse el thriller de los desplazamientos forzados. Duele saber que entre los que participan en esas afrentas contra los campesinos hay muchachos nativos de la región y parientes de los desterrados. ¡Que horror!

Este crimen merece un castigo drástico pero también lo merece el Estado negligente.

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Luis(39449)31 de julio de 2021 - 05:13 p. m.
Es que los soldados están a la espera del billete por dejar pasar coca, marihuana, armas, gasolina robada, contrabando y madera ilegal xq ganan muy poco; pero saben que los socios de esos negocios son los oficiales y políticos de turno. El ejército solo sirve para cuidar las fincas del narco violador y otros políticos. No tiene el ubérrimo un base alrededor?
juan(9371)31 de julio de 2021 - 04:59 p. m.
Y dizque enviando comisiones humanitarias a Haití , para velar por los mismos mercenarios que disfrazados de águilas negras siguen desplazando y asesinando ( nó a presidentes) aquí...
Tomas(10675)31 de julio de 2021 - 02:24 p. m.
La coca hermano, la coca, y peor después del acuerdo de paz que favorece a los traficantes grandes. El legado del nefasto Santos.
  • Luis(39449)31 de julio de 2021 - 05:15 p. m.
    Cómo uribe, con socios en el vuchada donde le dicen el doctor y su coca sale por el dorado en complicidad de la policía aeroporturia; el mismo del helicóptero en tranquilandia y las licencias para avionetas de narcos...
HERNANDO(11264)31 de julio de 2021 - 01:11 p. m.
Esa es la contribución de Duque a la Paz, por la que según ha hecho mas que caulquiera. No le ha merecido una declaración o acción contundente este crimen de lesa humanidad al subpresidente
Orlando(11296)31 de julio de 2021 - 12:16 p. m.
Excelente columna, duele, duele mucho saberse de un país que no protege a sus ciudadanos; de un país cuya mediocridad de su gobernante, un primíparo inepto y desvergonzado, tiene a sus pueblos en el abandono y a merced de los criminales, entre ellos los propios agentes del Estado.
  • Luis(17764)31 de julio de 2021 - 12:48 p. m.
    Y es que los dirigentes anteriores lo estaban haciendo muy bien?
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