Hace rato quería expresar mi admiración por esta mujer, desde que reconocí su halo, su presencia escénica, si es que así se puede llamar la energía que irradia con la sola postura, y la empatía que logra en el público con su discurso sentido, vivencial, como poética silvestre.
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El 13 de marzo de 2022, junto a los comicios para el congreso, se realizarán las consultas con las que los movimientos, coaliciones y partidos políticos elegirán las candidaturas respectivas para competir en la contienda electoral por la presidencia de la República. Entre la montonera variopinta de aspirantes se distingue la lideresa afrodescendiente Francia Márquez Mina, por auténtica, porque ostenta con dignidad retante el brillo de obsidiana en su piel, porque el “cambio” en ella no es retórica de campaña, sino que lo encarna en cuerpo y alma.
No me esforzaré en disimular la carga subjetiva de esta columna, hace rato quería expresar mi admiración por esta mujer, desde que en la campaña al congreso de 2018 alguna vez compartimos tarima y reconocí su halo, su presencia escénica, si es que así se puede llamar la energía que irradia con la sola postura y la empatía que logra en el público con su discurso sentido, vivencial, como poética silvestre.
Pero cómo no, si ahora que indago su historia de vida me sentí leyendo la epopeya aciaga de una heroína que desde niña ha padecido todas las vulnerabilidades y ha trasegado por entre la maleza espinosa de una realidad ajena, discriminadora y hostil para todos los de su región y peor para los de su linaje.
Nació al norte del departamento Cauca, en la vereda Yolombó del municipio Suárez, emplazamiento ancestral de la comunidad afrodescendiente de su sangre, víctimas seculares de esclavistas, de colonos, de batallones belicosos de toda índole, de mineros depredadores y hasta del racismo Estatal.
Desde niña vio como sus congéneres fueron botín sexual de guerrilleros, narco bandoleros y soldados. Desde niña también, en 1994, debió participar junto a sus mayores en las protestas contra el megaproyecto represa Salvajina que sin consulta emprendió la desviación del Río Ovejas. Luego, en 2009 enfrentó con otros líderes al potentado Héctor Sarria y a las multinacionales con títulos de exploración minera en la región, quienes le echaron sus esbirros. Si, Francia Márquez, la honesta lideresa de 16 años fue declarada objetivo militar por los Rastrojos, por Bloque Capital, y por las Águilas Negras.
Pero ni por esas se arredró. En cambio, junto a su formación clásica, se educa y se cualifica en ambientalismo, en la defensa de derechos humanos, en historia y conceptos antirracistas, todo lo cual terminará empoderándola como líder, vocera y representante de las demandas de su territorio y especialmente como defensora de las mujeres de su etnia. Con dicha dignidad fue organizadora y adalid de la Marcha de los Turbantes, movilización de mujeres negras por el cuidado de la vida y los territorios ancestrales, de Cauca a Bogotá desde el 17 de noviembre hasta el 11 de diciembre de 2014. Por todo esto la organización zueca DIAKRO IS le otorga el Premio Nacional como Defensora de los derechos humanos.
Ya he leído por ahí a las intelectuales del feminismo, a las culteranas y al filósofo fashion, caracterizando las acciones y el discurso de Francia como “feminismo rural, empírico”. Pues se equivocan, porque la fémina de piel obsidiana, así como ha salido invicta de las luchas por su territorio, su pueblo y su cultura, también ha afrontado debates en instancias internacionales luciendo su sabiduría con poética elocuencia. Recomiendo leer su discurso al recibir el premio Goldman, que es como el Nobel de ambientalismo. También es reveladora al explicar que “el patriarcalismo atávico y el racismo por inercia histórica los ha interiorizado la cultura occidental en la consciencia colectiva…”
Ahora como política, como candidata a la presidencia con el aval, primero del Movimiento de Autoridades Indígenas y ahora último del Polo democrático, expone su propuesta de gobierno, así: “Esto es una apuesta por cuidar el territorio como espacio de vida. Es una apuesta donde la economía no tenga las ganancias del sufrimiento de la gente y de la barbarie. Una apuesta por profundizar la política en este país”.
Y agrega: “Es una apuesta que hoy como mujeres, como pueblos étnicos, como sectores diversos, como comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes le decimos a Colombia que vamos a proponernos pasar la página. Esa página de la muerte, del despojo y del destierro, para comenzar un camino posible para nuestros hijos e hijas, para los renacientes, para los niños y niñas que en este país puedan andar y sonreír con alegría”.
En la consulta interpartidista Francia Marqués Mina competirá con los candidatos del Pacto Histórico, donde, sin duda, ganará Gustavo Petro, puntero en las encuestas y con un largo bagaje político. También, porque el país aún no es tan desarrollado como para confiar la presidencia a una mujer y menos si es afrodescendiente. Pero yo votaré por ella y ojalá muchos lo hagan. Sería un precedente verdaderamente progresista y un espaldarazo para que Gustavo Petro la asuma como su fórmula para la vicepresidencia.