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La semana pasada, Colombia brilló en la prestigiosa competencia internacional de salsa y bachata Oaxaca Paramount Cup, en México. Los bailarines Cristian Camilo Durán Durán y María Fernanda Ossa Álvarez, oriundos de Medellín, se destacaron como la gran revelación al subir al podio en la categoría de salsa cabaret. Desde su infancia, ambos se formaron en El Balcón de los Artistas, una organización con 33 años de historia en el barrio Manrique Oriental, fundada por la líder comunitaria Martha Álvarez. El triunfo en Oaxaca es el más reciente de una extensa lista de títulos que han cosechado en su carrera.
Durante semanas tuve el privilegio de observar de cerca la preparación de estos dos campeones. Encerrados en una pequeña sala de El Balcón de los Artistas, ensayaban cada día durante horas, sin ceder ante el calor ni el agotamiento que los exigentes entrenamientos imponían. Fui testigo de su resiliencia y compromiso, no solo frente a la presión de una competencia de alto nivel, sino ante los desafíos que la vida misma impone. Pude apreciar en ellos una disciplina inquebrantable, un enfoque preciso y una perseverancia admirable. En Cristian y María Fernanda reconocí la esencia de los grandes campeones: una motivación profunda y una entrega absoluta, forjadas a lo largo de años de dedicación total a su arte. Subir al podio en Oaxaca no fue el resultado de unas semanas de esfuerzo, sino la culminación de un camino construido con pasión y constancia.
Pero quizás ser campeones en la danza es solo una expresión artística y profesional de un logro aún mayor: triunfar en el campeonato más desafiante de todos, el de la vida. Crecer en un barrio marcado por desafíos sociales implica enfrentar adversidades y traumas desde una edad temprana. Sin embargo, cuando las dificultades no se ven como barreras sino como una rampa de lanzamiento hacia sueños que, a primera vista, parecen inalcanzables, la historia cambia. El ejercicio diario de creer en uno mismo y en sus propios sueños, incluso cuando la vida sugiere lo contrario, forja la fibra de un verdadero campeón. Es esa misma fortaleza interior la que inspira interpretaciones artísticas capaces de emocionar y ser reconocidas por jurados internacionales de renombre.
En este sentido, creo que las vidas de María Fernanda y Cristian Camilo se entrelazan con la esencia misma de la salsa. Desde sus orígenes, este género ha sido una expresión de resistencia frente a la opresión y la marginación. Nacida en Cuba de la fusión entre ritmos afrocaribeños y melodías españolas, y evolucionada en Nueva York dentro de la comunidad latina, la salsa ha sido un símbolo de identidad y liberación. Más que un baile, es un acto de resistencia cultural que celebra la diversidad y la autenticidad de quienes la practican. Para María Fernanda y Cristian, el podio en Oaxaca no es solo un reconocimiento artístico, sino también un paso más en su camino hacia la libertad y la soberanía personal. ¡Felicitaciones, campeones!
