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Estamos destinados a ser águilas y volar alto; sin embargo, a menudo nos encontramos viviendo como gallinas. No es nuestra culpa. Este proceso comienza desde la niñez, cuando nacemos en familias que no comprenden o no apoyan nuestros sueños y nuestra esencia. Es entonces cuando se desarrolla en nosotros ese niño herido que, con el paso de los años, termina viviendo desde el miedo, la desconfianza y la tristeza, hasta que no puede más y despierta. Ahí comienza un largo camino de sanación.
Son reflexiones que he compartido estos días con Wilnur Rudberg, una coach de salud experta en epigenética y madre del joven artista Omar Rudberg, protagonista de la serie de Netflix Jóvenes Altezas. El Espectador publicará pronto mi entrevista con ella. Wilnur tiene una historia extraordinaria. Nació en un pueblo humilde de Venezuela y fue criada por su madre y abuela. Después de vivir sola con su hijo durante seis años, encontró al hombre del que se enamoró. Se casó y se mudó a Suecia. Luchó por sus sueños y los de su hijo, superando todas las dificultades de adaptarse a otra cultura, idioma y temperaturas. En aquellos años difíciles, en los que su hijo también sufrió acoso escolar, se forjó una unión profunda e indisoluble entre ella y Omar.
Pero, ¿qué me ha impresionado en particular de esta mujer extraordinaria? Su amor incondicional. Su capacidad de no juzgar a los demás por quienes son, sino, por el contrario, de aceptarlos, quererlos y apoyarlos. Para ella, eso es normal. Me decía que era parte de su instinto materno. Yo le contesté que me encantaría que así fuera para todos, pero hoy lo normal es relacionarnos desde el miedo y la escasez, de los cuales son expresión los juicios, la exclusión y la propensión a cortar alas. A menudo, las familias son lugares donde los sueños se apagan. Son los espacios donde se consuman los traumas que marcan la vida de uno. He dicho muchas veces a mis clientes que cargan en sus hombros duras historias familiares, que la familia biológica no está destinada a entender y apoyar los sueños de uno. Finalmente, cada uno de nosotros es responsable de sus propios resultados, sueños y vida.
Pero Wilnur Rudberg me dejó inspirado. Con la historia de su vida, me ha ofrecido el modelo de lo que podría y debería ser. El porqué es expresión de este amor incondicional entender y compartir los sueños de los demás, empezando con los de los hijos, desde temprana edad. Y eso se logra si también reconocemos y luchamos por nuestros sueños. De lo contrario, frustrados por lo que no hemos vivido, terminamos cortando los sueños de los demás, empezando por las personas que más queremos. Vivir desde la abundancia es generar nuestra vida caminando el camino que tiene corazón. Es seguir los sueños que nuestro corazón guarda. Es comprender y unirnos a los sueños de los demás, y decirles “te apoyo y lo vamos a hacer juntos”, así como Wilmar Rudberg le dijo a su hijo Omar, desde temprana edad.
