Desobedecer

Los invito a considerar que la desobediencia es una virtud necesaria por desarrollar. Es un antídoto ineludible para contrarrestar el conformismo desenfrenado que marca nuestra sociedad hoy en día. Nos gusta encajar y pertenecer. Invertimos nuestro talento e inteligencia en lograr el aplauso de aquellos a quienes admiramos y convertimos en nuestros referentes. Encontramos refugio de la incertidumbre en la membresía de tribus cada vez más pequeñas y en los comités de mutuo aplauso. Buscamos validación conversando casi exclusivamente con quienes comparten nuestras mismas ideas. Nos hemos convertido en un eslabón más de la mediocridad y envejecemos siendo los mismos.

Recuerdo lo que me dijo una anciana periodista en los años 90, estaba en Milán unos días antes de la Semana de la Moda. Tenía 25 años. Mientras observaba las preparaciones de un desfile de Nicola Trussardi, se me acercó una señora elegante y frágil, con un rostro pálido y arrugado. Su mirada era triste; parecía haber olvidado la capacidad de asombro. Me preguntó quién era yo y cuál era mi oficio. “Soy periodista”, le contesté. Me dijo antes de despedirse: “No desperdicies la vida escribiendo sobre la existencia de los demás, vive tu propia vida”. Solo con el tiempo comprendí la seriedad de esas palabras, la fatiga y la valentía que conlleva vivirlas. Quizás solo ahora entiendo cuán fácil y tentador es ser conformista, dejarse llevar por las modas y permitir que otros o tu gurú de elección te digan cómo pensar, vivir, sentir. Nos negamos a pensar con nuestra propia mente y a sentir con nuestro propio corazón. Entregamos nuestra voluntad a otros y así, sin darnos cuenta, nos convertimos en “conducto de conductas”, en simples sujetos disciplinados y controlados. Michel Foucault definió este efecto como “gubernamentalidad”.

Entonces, la oportunidad que tenemos para despertar de esta pesadilla es desobedecer. Debemos convertirnos en contrarios para transformarnos en nuestros propios maestros. Aquellos que han marcado positivamente la historia de la humanidad han llevado la contraria, desde Jesús hasta Elon Musk. Todos los contrarios viven de manera no convencional, interrumpiendo paradigmas establecidos desde hace mucho tiempo; tienen el coraje de salir de la Matrix. En el mundo de las marcas, Marty Neumeier habla de la disciplina zag: cuando todo el mundo zigzaguea, tú debes hacer zag. No es una elección simple. Requiere emprender un camino de autoconocimiento profundo y doloroso, porque duele mirar en los abismos de tu propia sombra sin apartar la mirada. Es tanta la luz que encontrarás en el camino, que terminarás envuelto por la oscuridad. Antes de encontrar nuevos amigos, perderás a los anteriores. Pero con el tiempo emergerá dentro de ti una voz clara que te guiará y te volverá un adepto de tu “yo auténtico”, de tu ser superior. Detrás de tu existencia, dejarás así una huella positiva.