Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

El enemigo que vive dentro

Aldo Civico

08 de julio de 2025 - 12:05 a. m.

El otro día me desperté temprano con una intención clara: ir al gimnasio, mover el cuerpo, sudar las tensiones acumuladas. No tenía reuniones, ni llamadas, ni urgencias. Todo estaba alineado. Pero una hora más tarde, aún seguía en pijama, preparando un segundo café, hojeando noticias en el celular como si buscara una excusa. ¿Te ha pasado?

PUBLICIDAD

Eso que se interpone entre tú y tu propósito tiene un nombre: resistencia. El escritor Steven Pressfield la describe como una fuerza silenciosa pero feroz, que aparece justo cuando intentamos dar un paso en dirección a nuestro verdadero potencial. Es sutil. A veces se disfraza de cansancio, de procrastinación, de lógica aplastante. “Hoy no es el mejor día para empezar”, nos susurra. La resistencia no es flojera: es miedo. Es el ego protegiendo su territorio, cuidando lo conocido, evitando la incertidumbre. Y sí, tiene base neurológica: nuestros ganglios basales —los mismos que nos ayudan a recordar cómo andar en bicicleta— también están detrás de nuestras rutinas mentales automáticas. El cerebro quiere ahorrar energía, mantener el equilibrio, lo que los científicos llaman homeostasis. Todo cambio, por pequeño que sea, genera una alerta interna.

Lo paradójico es que cuanto más importante es un sueño, más intensa será la resistencia. Esa fuerza no se activa cuando navegamos Netflix o repetimos lo de siempre. Se despierta cuando decidimos escribir ese libro, lanzar ese proyecto, dar un paso en nuestra carrera, sanar una herida o simplemente vivir con más autenticidad. Como dice Pressfield: “Tenemos dos vidas: la que vivimos y la que no hemos vivido. Entre ambas se encuentra la resistencia”. Superarla, entonces, no es cuestión de fuerza de voluntad únicamente. Es un proceso que empieza con consciencia: observar cómo opera en nosotros. En mi caso, sé que aparece disfrazada de “todavía no es el momento perfecto”. Para otros, puede llegar en forma de duda, miedo al juicio, o incluso una falsa sensación de productividad.

Read more!

¿Cómo atravesarla? En mi trabajo con líderes y creativos, he visto tres caminos que funcionan. El primero: poner el cuerpo donde está el corazón. No importa si sientes ganas o no; da el paso, por pequeño que sea. El segundo: crear una estructura mínima —una hora al día, un rincón sagrado, un ritual— que ancle tu compromiso. Y el tercero: tener con quién compartir el proceso. La resistencia se debilita cuando se nombra, cuando se habla de ella en voz alta. Pero, sobre todo, hay que dejar de verla como un enemigo. La resistencia es, en el fondo, una señal. Si está ahí, es porque estás tocando algo vital. Es la alarma que suena cuando estás saliendo de tu zona cómoda, y, por tanto, entrando en el territorio donde el alma crece. Así que la próxima vez que sientas esa fuerza invisible que te frena justo antes de dar un paso importante, mírala de frente y dile: “Gracias por avisar. Estoy en el camino correcto”. Y entonces, da ese paso. Aunque sea en pijama.

Conoce más

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.