María Méndez es una empresaria muy exitosa y una líder prestigiosa en la industria del turismo y de los viajes corporativos. A sus clientes les brinda experiencias de alta calidad. Es muy apreciada y buscada. También se está convirtiendo en una voz importante en la promoción del bienestar y del equilibrio en la vida. Su propia experiencia la llevó a enfocarse en estos temas. De hecho, además de a su familia (tiene cuatro hijas), María Méndez se había entregado en alma, mente y cuerpo a su carrera. Durante 16 años no tomó ni una vacación, hasta que terminó con un burnout que la obligó a detenerse. En un resort exclusivo en República Dominicana, entrevistada por Ismael Cala, su amigo y mentor, María comparte su experiencia desde el escenario. Recuerda aquel período en el que, de pronto, no podía responder ni a las preguntas más esenciales de sus empleados. Fue entonces cuando se dio cuenta de que algo no funcionaba. Era como si el cerebro se hubiera atrofiado, exprimido por el trabajo excesivo y un estrés crónico. “Trabajábamos hasta las dos de la mañana y volvíamos a las siete”, confiesa. De hecho, María Méndez es la fundadora y presidenta de VIAHR (Vacation is a Human Right, Las Vacaciones son un Derecho Humano), una fundación dedicada a promover la necesidad de tomar una pausa, de equilibrar la vida. Su organización promovió el Primer Congreso Iberoamericano contra el Burnout la semana pasada.
Desafortunadamente, la experiencia de María Méndez no es una excepción. Según estudios recientes, más del 40 % de los empleados en todo el mundo experimentan estrés excesivo en el trabajo. En los Estados Unidos, el 70 % de los ejecutivos padecen problemas de salud mental. En mi propio grupo de conocidos observo estas tendencias. Un amigo abandonó su empleo en estos días, dos semanas después de intentar suicidarse. Los japoneses han inventado un término para describir los suicidios asociados al burnout: karoshi, que significa morir por trabajo excesivo.
El burnout también se produce debido a que empresas e individuos mantienen creencias equivocadas sobre el rendimiento y el éxito, donde el exceso de trabajo es premiado, mientras que el ocio se condena. En realidad, un cerebro frito solo lleva al fracaso. No hay nada virtuoso en trabajar hasta el agotamiento. Sin embargo, como lo fue para María Méndez, el burnout puede ser una invitación al cambio y a la transformación, el comienzo de un proceso para descubrir y conectarse con el yo auténtico, para repensar los valores propios y las prioridades, para aprender hábitos saludables para el cerebro. Es una oportunidad para generar una perspectiva amplia e inspiradora hacia la cual orientar la propia vida, con equilibrio. Es lo que se exploró en estos días en el congreso de VIAHR. El resultado se traduce en niveles superiores de felicidad, paz y satisfacción. Pero, como recuerda hoy María Méndez, en el camino hay que hacer pausas. Es algo que debemos aprender.