Quizás su nombre no te resulte familiar, pero Jackson Wang tiene un mensaje que compartir con el mundo. Nacido en Hong Kong, fue una estrella del K-pop en GOT7 y, tras lanzarse como solista, continuó su ascenso hasta convertirse en un ícono global. Lo poseía todo: fama, éxito, una multitud de seguidores. Sin embargo, por dentro, se sentía agotado, desconectado. Había perdido el contacto con su auténtico yo. Su más reciente álbum, MAGICMAN2, no es simplemente un producto de entretenimiento: es un acto de honestidad brutal, una confesión desgarradora. Después de un año sabático en el que se sintió perdido, Wang escribió canciones que, en teoría, eran solo para él. Pero a medida que se alejaba de los reflectores, se dio cuenta de que estaba navegando en un mar de emociones contradictorias, heridas no cerradas, un torbellino interno. De esos cuadernos llenos de pensamientos caóticos nacieron canciones como High Alone y Not For Me, que no abordan el amor romántico como uno esperaría, sino que exploran el profundo vacío de vivir desconectado de lo que realmente significa ser uno mismo.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Escuchar sus palabras es como ojear el diario de otra persona y encontrarse reflejado en cada hoja, porque no se trata solo de su historia: habla de todos nosotros, de aquellos que en algún momento nos hemos desviado tratando de agradar. De quienes hemos pronunciado “sí” cuando en realidad deseábamos gritar “no”. De aquellos que hemos ido tras objetivos ajenos, simplemente porque el mundo nos aplaudía por ello.
Carl Jung denominaba “persona” a la máscara que adoptamos para integrarnos. Esa imagen que proyectamos al mundo, pero que con el tiempo puede llegar a adherirse a nuestra piel. Jackson Wang experimentó esa confusión: convertirse en lo que se espera de él, hasta perder de vista quién es realmente. Y cuando eso ocurre, el alma se agota. Surge el burnout —no solo como un cansancio físico, sino como un indicativo de que hemos dejado de ser nosotros mismos—. Nietzsche lo advirtió: “El hombre es una cuerda sobre el abismo”. Ese abismo representa la tensión entre la adaptación y la autenticidad. Entre vivir para los demás o vivir desde el propio ser, y no existe un camino sencillo.
Pero lo que me fascina de MAGICMAN2 es que no busca gustar: busca decir. Es imperfecto, crudo, vivo. Es el testimonio de alguien que tocó fondo y eligió regresar a sí. No glorifica la caída, pero sí la transformación que puede nacer de ella. Y entonces, escucharlo se vuelve una invitación. ¿Qué tanto de tu vida es tuya? ¿Qué tanto es reflejo de lo que otros esperan? ¿Dónde dejaste de escucharte? Jackson Wang no nos da respuestas, pero su música nos recuerda algo esencial: a veces, quitarse la máscara no es un acto de rebeldía, sino de supervivencia. De volver a casa. De empezar a ser, por fin, uno mismo.