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La soberanía que olvidamos: el territorio interior

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Aldo Civico
19 de agosto de 2025 - 05:05 a. m.
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Vivimos en una época donde la soberanía se menciona en política y economía, pero rara vez se aborda en nuestra vida interior. En Colombia, entre la polarización y la violencia, se discuten reformas y seguridad, pero pocos recuerdan que la verdadera soberanía requiere una transformación ética y espiritual personal. El problema no radica solo en quién tiene el poder, sino en cómo deseamos vivir. ¿Qué significa ser libres en un país donde el miedo y la desconfianza son comunes?

Albert Camus lo comprendió claramente: con la rebelión surge la conciencia. Cuando un individuo se atreve a decir “no”, inaugura una nueva forma de ver el mundo y de verse a sí mismo. Ese “no” no es solo un rechazo; es una afirmación de dignidad, una revalorización de lo deseable frente a lo impuesto. A lo largo de la historia, cada vez que alguien ha tenido el valor de pronunciarlo frente a una injusticia ha surgido un destello de conciencia colectiva. Desde otra perspectiva, Jordan Peterson señala que cuando las personas despiertan a su propio potencial, incluido el de ser firmes y asumir riesgos, dejan de ser víctimas del miedo y comienzan a resistir la opresión. Él lo llama ocupar tu territorio: no se trata de conquistar a otros, sino de dejar de vivir en subordinación. En el contexto colombiano, donde muchos se sienten excluidos de la política o la voz pública, esta imagen resuena con fuerza: ocupar nuestro propio territorio es recuperar la dignidad de existir.

Sin embargo, ese despertar no puede limitarse a lo técnico ni al simple pragmatismo. Si la soberanía se reduce a eficacia o capacidad competitiva, se vacía de significado. Lo que hemos olvidado —y que necesitamos urgentemente recuperar— es el horizonte espiritual. Viktor Frankl lo expresó al sobrevivir a los campos de concentración: el ser humano resiste no solo por fuerza o adaptación, sino por el sentido que da a su vida. Cuando ese horizonte se pierde, la libertad se convierte en carga y la autonomía en prisión de ansiedad, violencia y agotamiento. La espiritualidad a la que me refiero no es un dogma, sino una dimensión transpersonal que nos conecta con los demás, la compasión y el misterio de lo que nos trasciende. Es la brújula que orienta nuestra autonomía hacia un florecimiento humano, no solo técnico o económico.

Quizás el gran desafío en Colombia no sea solo firmar acuerdos políticos o pactos económicos, sino atrevernos a establecer un contrato interno con nosotros mismos. En ese contrato, la rebeldía no sería un acto violento, sino un movimiento interior: negarse a vivir sin sentido, decir no a la uniformidad de la máquina para afirmar la autenticidad del alma. Tal vez ahí reside nuestra verdadera posibilidad: recordarnos que la soberanía auténtica no es dominio sobre los demás, sino la libertad de habitar con dignidad nuestro propio territorio interior y, desde allí, construir un país donde la libertad no sea un privilegio de unos pocos, sino un bien compartido que nos humanice a todos.

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Cordillerano(64187)19 de agosto de 2025 - 11:03 p. m.
Si esto lo escribió Aldo Civico, pues bienvenido, la verdad ya extrañaba sus referencias a viajes a ciudades europeas, sus referencias a los restarurantes que dice frecuentar, así como los refinados menús que suele compartir en sus artículos, mejor dicho la ridiculez y el esnobismo hecho carne!!
Manuel Gilberto Rosas diaz(85839)19 de agosto de 2025 - 06:26 p. m.
pero como se logra eso en un pais tan sufrido , en donde los poderosos y los partidos políticos han subyugado a la población y ya tienen su maquinaria para mantenerse en le poder y seguir explotando el trabajo y reduciendo a la pobreza a las mayorías para beneficio de unos cuantos politiqueros que no piensan sino en ellos y en su cofradia.Por eso hay que buscar el candidato que realmente represente al pueblo y quiera su bienestar.Sino seguirá el desfile de politiqueros que explotan al pueblo.
CARLOS BARRGAN(lcggj)19 de agosto de 2025 - 04:07 p. m.
Excelente artículo. Gracias, ALDO.
CarlosA(9314)19 de agosto de 2025 - 03:05 p. m.
De acuerdo, todo comienza desde el interior. Gracias
Atenas (06773)19 de agosto de 2025 - 02:44 p. m.
Aldo, tal pérdida de espiritualidad o de privacidad es cual peste q’ recorre al orbe y con obvia consecuencia, la sensación de soledad o de vacío. Es una otredad nociva y dañina pa la especie, y q’ crece cual espuma con la irrupción de la tecnología y modo de vida digital; mas, en respuesta, ya hay otra corriente más consciente, la q’ impulsa la tesis de q’ ha de primar la vida analógica, la del contacto con la realidad. No factible con el infernal Petro y la debacle moral q’ lo circunda. Atenas
  • Federico Sanri(tz7zo)21 de agosto de 2025 - 11:21 p. m.
    Eres un muy buen intelectual, lo reconozco, hasta que se te sale el godo recalcitrante en el que naufraga tu basta cultura que, por tu odio, no te sirve para un carajo. Tenaz, Atenas
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