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Las exigencias del amor

Aldo Civico
26 de marzo de 2024 - 02:05 a. m.

En la tercera temporada de Jóvenes Altezas, una escena en particular me llevó a la reflexión. Los amigos de Simón, el joven inmigrante latino envuelto en un romance con el príncipe heredero, le expresan su temor: temen que, en su empeño por estar junto a su amado, Simón pierda su esencia. De hecho, al entablar una relación con el príncipe Wilhelm, Simón no solo se abre emocionalmente hacia él, sino que también se ve forzado a adaptarse a las estrictas demandas de la monarquía. Para esquivar el morbo de los medios, la casa real le exige a Simón, interpretado con maestría por el actor de origen venezolano, Omar Rudberg, que mantenga un perfil bajo y se abstenga de usar las redes sociales, llegando incluso a solicitarle que elimine sus cuentas. Es entonces cuando sus amigos le hacen ver que, al cancelar sus perfiles, Simón podría estar renunciando también a su propia identidad.

A menudo, el miedo al fracaso, al rechazo o a no ser suficientes nos lleva a conformarnos con los moldes preestablecidos por la sociedad. Al igual que Simón, quien se somete a las directrices de la casa real, nosotros, en un intento por no perder una relación, una oportunidad laboral o la aprobación ajena, renunciamos a aspectos cruciales de nuestro ser, aquellos que definen nuestra verdadera esencia. Esta renuncia inaugura el imperio del ego en nuestras vidas, relegando a un segundo plano la autenticidad que nos caracteriza.

Hasta que la situación se hace insostenible y entramos en crisis. Simón, en un acto de inquebrantable integridad y pese a su amor genuino por Wilhelm, decide poner fin a la relación, reconociendo que se estaba transformando en alguien irreconocible para sí mismo. Es la elección valiente de permanecer coherente con su verdadero yo. Al hacerlo, Simón sacrifica sus sentimientos por el príncipe heredero, un verdadero holocausto emocional, prefiriendo la integridad personal a la continuidad de una relación que lo alejaba de su autenticidad.

Nos preguntamos, entonces, si es posible el amor sin esta coherencia con la esencia de uno mismo. Podemos cuestionarnos si, en el fondo de nuestros fracasos —tanto en el amor como en la vida en general—, no se encuentra la renuncia a una parte esencial de nosotros mismos por dictados del ego, al cual mi amigo, Borja Vilaseca, define como a un carcelero y un infeliz. Por otro lado, cabe considerar si la exigencia del amor y la condición para que este pueda existir y florecer es el reconocimiento de nuestra propia esencia y la valentía de vivir en conexión con ella. Antes de ser amor hacia el otro, el amor debe ser, necesariamente, amor propio y autoconocimiento.

Finalmente, es la decisión de simplemente ser la que también resuelve la relación entre Simón y Wilhelm, pues el amor, cuando es verdadero, posee el poder de transformarlo todo.

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Mar(60274)26 de marzo de 2024 - 09:34 p. m.
Excelente columna, y ese amor se ve mucho porque desgraciadamente es muy común que en una pareja uno quiera más que el otro, entonces el que quiere más es el que se anula, casi que quiere por los dos, entonces se convierte en un ser inexistente al gusto de la otra persona, como una sombra y hasta que no se dé cuenta por sí mismo o por sí misma, no va a salir de esa relación q realmente no existe, porq no es valorado, lo estoy llevando al extremo pero es muy común esa clase de relación de "amor".
Atenas(06773)26 de marzo de 2024 - 02:29 p. m.
Pa mí, discutible apreciación esta. Confluyen demasiadas aristas como pa dejarlas sometidas al inasible término ‘amor’. Y quizá sólo en el fondo, platónico. Atenas.
JHONATHAN(hqzp5)26 de marzo de 2024 - 01:00 p. m.
La esencia de un ser integral, incluye el amor propio, luego si el amor genuino por los démas.
shirley(13697)26 de marzo de 2024 - 01:22 p. m.
Cuentan que en una aldea todos sus habitantes eran ciegos. Por azar llegó a esa comunidad un hombre con perfecta visión y se enamoró de una hermosa mujer de esa tribu. Quiso casarse con ella y solicitó permiso a sus padres. Ëstos lo aceptaron pero le colocaron una sencilla y fácil condición: Que él también quedara ciego. El enamorado les contestó que prefería seguir viendo la belleza del mundo antes que quedar "ciego de amor".
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