Las reacciones del presidente Trump y de la artista pop Ariana Grande, frente al terror que ha marcado en las últimas semanas a las ciudades de Mánchester y Londres, no podían ser más distintas.
Trump se aprovechó de la tragedia para insultar al alcalde musulmán de Londres y para promover su política aislacionista hecha de muros contra los inmigrantes y de negar la entrada a los Estados Unidos a ciudadanos provenientes de seis países musulmanes. Durante varias horas, a Trump se le olvidó expresar solidaridad con las víctimas de los últimos ataques terroristas.
En cambio, la cantante Ariana Grande demostró merecer el apellido que lleva. Hace dos semanas, una operación suicida mató a 22 de sus fans al final de un concierto en Mánchester y dejó heridas a varias decenas. La cantante se sintió destrozada frente a la gravedad y la magnitud del ataque. Quizás se sintió hasta culpable. Pero en lugar de proferir palabras de odio y rencor, y de envenenar aún más el clima de estos días, Ariana Grande prefirió enviar un mensaje de solidaridad y de compasión.
Además, de las palabras pasó a los hechos. Grande le dijo a su mánager, Scooter Braun, que debían hacer algo porque no se perdonaría el no actuar frente a lo acontecido. Fue así que invitó a varios de sus amigos, entre ellos The Black Eyed Peas, Coldplay y Justin Bieber, a estar con ella en el concierto de beneficencia al que llamó One Love Manchester (Un Solo Amor Mánchester). Los tiquetes del concierto se vendieron en seis minutos. 50.000 personas asistieron al homenaje que la cantante, originaria de la Florida, quiso rendir a las víctimas. También recogió más de diez millones de dólares para la Cruz Roja de Mánchester.
Al llegar a Mánchester, Ariana Grande se fue al hospital infantil para visitar a los menores que fueron víctimas del atentado. En las fotos se ve a esta estrella del pop de solo 23 años sentada junto a la cama de sus fans, escuchando sus historias y confortándolas.
Ariana Grande nos dio toda una lección sobre cuál es la respuesta más adecuada e inteligente frente al terror: responder al odio con el amor. Dijo la estrella del pop, con voz conmovida, a la multitud que atendió al concierto: “Creo que el tipo de amor y de unidad que están demostrando es la medicina que el mundo necesita ahora mismo”.
Son palabras que no solamente expresan lo que Ariana Grande experimentaba en aquel momento, sino que expresan también el sentimiento común que hoy caracteriza la llamada generación de los millennials: una generación que, además de la obsesión por el selfie, demuestra también una inmanente predisposición para la tolerancia, el diálogo, la solidaridad y la inclusión. Es una generación que no le tiene temor, sino que al contrario aprecia la diversidad cultural, religiosa o de orientación de género. Para la generación de Ariana Grande la diversidad es genial, es cool.
Ariana Grande demostró tener un nivel de conciencia superior a la de su presidente Trump. Es mirando a su generación que tengo esperanza en el futuro. Un día esta generación se tomará el mundo.