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París 2024: ¿cuál libertad?


Aldo Civico

30 de julio de 2024 - 12:05 a. m.
"Francia prefirió la ideología y el wokeismo sobre el carácter universal de nuestra humanidad. Prefirió instigar conflictos ideológicos en lugar de emociones unificadoras".
Foto: Captura de pantalla

Creo firmemente en el derecho a la libertad de opinión. No puede haber progreso para la humanidad sin la libertad de pensar y de expresar las propias ideas y opiniones. Una sociedad puede alcanzar altos niveles de madurez cuando las ideas se expresan y se debaten libremente. También creo que el papel de los intelectuales y de los artistas es provocar, sacudirnos e incomodarnos. Cuando el 7 de enero de 2015, un grupo de terroristas irrumpió en las oficinas del periódico satírico Charlie Hebdo, al grito de “Dios es grande”, escribí en una columna que “la respuesta al fundamentalismo solo puede ser la extensión de las libertades y los derechos civiles”.

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Por mi firme creencia en la libertad de expresión, no me molestaron los treinta segundos que la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas dedicó a una versión satírica de La última cena de Leonardo da Vinci. Me molestó mucho más la poca relevancia que la misma ceremonia dio a los atletas, o ver al presidente de Italia, Sergio Mattarella, bajo la lluvia esperando a que pasara el grupo italiano, mientras que Macron estaba a resguardo, o ver a los equipos africanos desfilar en pequeñas embarcaciones por el Sena. En todos estos actos me parece que Francia brilló por la ausencia de humildad.

Pero Francia estaba en todo su derecho de expresarse frente al mundo libremente. La reinterpretación de la obra de Da Vinci en clave drag queen fue entonces del todo legítima. Digo más; haber dado relevancia a la inclusión también me pareció oportuno e importante, especialmente cuando muchos Estados todavía persiguen y niegan las libertades individuales de millones de ciudadanos. Más bien, lo que les faltó a los franceses en esta ocasión fue buen gusto, sentido de la oportunidad e inteligencia. Porque los Juegos Olímpicos son una fiesta mundial que reúne a todos los pueblos alrededor del deporte. Es una de las raras oportunidades donde celebramos lo que nos une. Es un momento en que la emoción prevalece sobre la política.

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Pero Francia prefirió la ideología y el wokeismo sobre el carácter universal de nuestra humanidad. Prefirió instigar conflictos ideológicos en lugar de emociones unificadoras. Faltó inteligencia, porque toda vez que la libre expresión de una opinión se convierte en la ofensa y burla de las creencias de otros, se degrada el mismo valor de la libertad. Porque la libertad, para que tenga una expresión madura, debe conjugarse con otros valores, como la responsabilidad y el respeto. No hay verdadera libertad si no hay también justicia y fraternidad. Además, la libertad tiene que combinarse con la inteligencia. Lo decía también el escritor francés Albert Camus: sin inteligencia no hay libertad. Creo que en Occidente deberíamos reflexionar sobre qué estamos haciendo de la libertad y cuál es el nivel de conciencia que estamos expresando cuando nos creemos libres y nos descubrimos, en realidad, prisioneros de ideologías extremas.

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