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Durante años tuve la convicción de que construir paz consistía principalmente en resolver conflictos que existían fuera de mí, en el mundo. Durante dos décadas me dediqué a eso profesionalmente. Hasta que la vida misma se encargó de mostrarme que para generar paz tenía que, primero, trascender los conflictos que albergaba en mi interior. De hecho, los conflictos que vivimos no son más que una expresión de lo que no está resuelto, aceptado, amado en nuestro interior. Son, en otras palabras, una proyección de nuestra sombra. Decía Carl Jung: “Todo el mundo tiene una sombra, y cuanto más oculta está de la vida consciente del individuo, más negra y más densa es”.
Quizás es por esta experiencia personal que me conmoví al ver en Colombiamoda las colecciones diseñadas por 15 Jóvenes Creadores de la Colegiatura de Medellín, quienes nos propusieron una contemplación de la “paz consciente”, es decir, de aquella paz que brota cuando abrazas tu sombra. No fueron tanto los diseños de las prendas lo que me conmovió, aunque aprecio su creatividad y originalidad, sino el concepto que expresaron, fruto de un largo trabajo interior, no sin asperezas.
Como en el caso de Miguel Ángel Ríos, quien vivió de manera traumática el rápido desarrollo de su cuerpo en la preadolescencia. “A los 12 años, ya medía 1,80 m”, me cuenta. Su cuerpo estaba marcado por estrías y cicatrices. Cada una era una herida, la razón de una nueva tristeza. Es más, este crecimiento precoz significó la exclusión en su niñez y adolescencia de deportes y torneos. Cuando tu entorno te discrimina terminas no aceptándote a ti mismo. Por eso, la colección que Ríos diseñó fue la oportunidad para sanar la relación con su cuerpo. Las telas con transparencias, ribs y algodón perchado, que permitían reconocer el cuerpo, representaron una resignificación de las estrías y cicatrices que su rápido desarrollo dejó en su piel. Al aceptar y amar finalmente su cuerpo, Miguel Ángel, se reconcilió consigo mismo, reconoció su belleza. “Esta colección es el fruto de mi aceptación, de descubrir qué es lo imperfecto que te hace perfecto. Porque eres perfecto como eres”, me dice feliz después del desfile. “Tenemos que amarnos”, agrega y no deja de llorar al recordar que el año pasado ya había intentado diseñar la colección, pero desistió porque el dolor era demasiado profundo. Poder mostrar su colección este año fue, por lo tanto, la celebración de una victoria significativa.
Esta aceptación profunda de sí mismo no hace olvidar las tristezas por los dolores del pasado, pero abre la posibilidad de sentir un orgullo sano que celebra quién es. Cómo lo hizo con su colección José Fernando Noreña, de Riosucio, quien a través de trajes sincréticos quiso exaltar su identidad mestiza. “Es un lujo vivir las tres razas dentro de mí”, dice sin olvidar la historia de despojo que los pueblos afros y originarios de su tierra sufrieron. Es así como la aceptación se convierte en un canto a la paz consciente.
