Por qué elegí la ignorancia selectiva

Aldo Civico
01 de agosto de 2018 - 08:30 a. m.
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Pienso que sería saludable para Colombia una extensa dieta de noticias. Así como cuando, algunas veces, el organismo requiere una desintoxicación para purificarse, de la misma manera el cuerpo social necesita librarse de las toxinas de las noticias, verdaderas y falsas.

En estos días, viendo cómo las noticias, las redes sociales y el humor de varios amigos giran casi exclusivamente alrededor de las nalgas de Mockus y los líos judiciales del expresidente Uribe, recordé la decisión que tomé después del triunfo de Donald Trump. Fue una decisión sabia.

Desde mi infancia, y precisamente desde el secuestro y el magnicidio en el año 1978 de Aldo Moro en Italia, mi país de origen, he desarrollado un interés agudo por la política y los debates. Trabajar al lado del alcalde de Palermo, Leoluca Orlando, en los años más agudos del ataque de la mafia contra el Estado, ha sido una escuela extraordinaria para aprender a interpretar el espectáculo de la política y su lenguaje ambiguo, cuyo significado está más en lo no dicho que en lo expresado. Por esta pasión, no solamente me ha gustado analizar los eventos políticos a través de la lectura, sino también conocer, y hasta a colaborar, con sus protagonistas, desde Romano Prodi hasta Bill Clinton. Antes del triunfo de Trump, solía leer varios periódicos al despertarme en la mañana y ver varios programas televisivos. Era una pasión y hasta una diversión.

Pero con la victoria de Trump entendí que, si seguía suministrándome una alta dosis cotidiana de noticias y comentarios, terminaría intoxicándome y afectando negativamente mi energía. Tenía que protegerme y cuidarme en salud. Así lo hice. Reduje mi suscripción para recibir la versión impresa de The New York Times solo los fines de semana, y renuncié a todos los programas televisivos. A la vez, sustituí mi digestión de noticias con más lectura de libros y cultivando nuevos intereses. Decidí no participar en los extenuantes comentarios políticos en las redes sociales. En pocas palabras, decidí hacer una desintoxicación de las noticias. Como escribió Ralph Waldo Emerson en el Siglo XIX, “hay muchas cosas de las cuales un hombre sabio podría desear ser ignorante”. No me retiré del mundo, ni me aislé para ser indiferente a lo que está pasando. Por el contrario, me siento aún más comprometido con las realidades de este mundo, también acompañando a varios líderes de distintos ámbitos que están comprometidos con la transformación del mundo.

Experimento así lo benéfico que es no dejarse contaminar por la toxina del odio, de la mentira, de la polarización. Protejo mi energía para poder dar un aporte positivo. Por otra parte, no es por casualidad que los gurús del alto rendimiento, como Tim Ferris, sugieran exactamente eso, el ayuno de noticias. Ferris invita a una ignorancia selectiva y a una dieta de baja información. Quizás a Colombia también le convendría hacer esta misma dieta. Pienso que cambiaría la calidad y el tono de nuestras conversaciones y quizás, finalmente, también el enfoque de los medios y de las mismas redes sociales.

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