Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Esta semana, las cancillerías de Colombia y Venezuela añadieron un nuevo capítulo a la guerra de palabras entre los dos países que comenzó hace ya más de dos meses. Primero el Canciller colombiano, en un tono vehemente, pidió respeto para el Gobierno y el pueblo colombianos.
Y luego el Canciller venezolano, en un tono desafiante, señaló, entre otras cosas, que “el Gobierno colombiano no está comprometido con la paz, sino obsesionado… con la guerra”, que el “presidente Uribe está más preocupado por salvar las apariencias que por salvar las vidas de sus conciudadanos” y que “el comunicado de la Cancillería colombiana está plagado de cinismo e hipocresía”.
Sin ningún ánimo patriotero, simplemente con el deseo de señalar las contradicciones (el cinismo y la hipocresía, podría uno decir) de la Cancillería venezolana en particular y de la retórica bolivariana en general, vale la pena examinar algunas de las afirmaciones del comunicado de marras. Vale la pena, en particular, contrastar las palabras del Canciller venezolano con la cruenta realidad de la revolución bolivariana, con un legado violento que algunos desconocen y otros omiten de manera conveniente. En diciembre pasado, por ejemplo, el escritor colombiano William Ospina, sin ningún atisbo de ironía, con una seriedad de propósito y unas pretensiones líricas que recuerdan los discursos de Chávez o las peroratas de los peores dictadores tropicales, elogió “el carácter pacífico y democrático del actual proceso venezolano”.
Ya que el Canciller venezolano habla de la paz y de la importancia de salvaguardar vidas humanas, ya que William Ospina pone como ejemplo de civilización el “proceso venezolano”, conviene recordar (o para los no iniciados simplemente mencionar) algunas cifras. En números redondos, la tasa de homicidios en Venezuela ascendió el año pasado a 45 muertes por cada cien mil habitantes. En Colombia, la misma tasa estuvo alrededor de 40 homicidios por cada cien mil personas. Más de un venezolano fue asesinado cada hora. En los dos primeros días de este año, 63 personas fueron asesinadas violentamente en la ciudad de Caracas. Dadas las cifras anteriores, resulta paradójico que el gobierno venezolano quiera dar lecciones de paz. El “proceso venezolano” ha estado acompañado de un incremento inusitado de la violencia que contradice la retórica pacifista del comunicado de la Cancillería. Actualmente Venezuela no es un ejemplo de paz. Es tristemente un paradigma de la violencia.
El aumento de los homicidios es explicado, según las fuentes venezolanas, por una combinación de indiferencia e ineficiencia. El Gobierno ha desdeñado sistemáticamente el tema de la seguridad personal. Además, el deterioro institucional generalizado (el empleo público se ha convertido en una forma perversa de distribución en favor de las personas leales al régimen) ha afectado de manera desproporcionada a la policía y a las fuerzas del orden en general. Mientras tanto algunos oficiales del gobierno, muchos de ellos ex militares, han propuesto distribuir armas entre los habitantes de los arrabales urbanos con el propósito de atenuar la violencia. Esta solución, piensa uno, no parece consecuente con el cacareado carácter pacífico del “proceso venezolano”.
Alguien podría afirmar que la violencia venezolana es diferente a la colombiana, que es espontánea, difusa, desconectada del alboroto de la política. Pero en últimas todas las muertes violentas son iguales en la contabilidad imprescindible del sufrimiento humano. Pero el gobierno bolivariano parece pensar de otra manera. Mientras lamenta la violencia de Colombia, “la resignación y desconsuelo… de la sociedad colombiana”, desdeña la violencia propia y la desesperación de sus gobernados. Así, la retórica pacifista de Chávez y de su Canciller suena vacía en el mejor de los casos. Y oportunista, en el peor. La caridad, dicen, comienza por casa. Y hasta ahora el gobierno venezolano ha sido indiferente ante la violencia propia, los muchos muertos que en su silencio dicen más que los largos pronunciamientos bolivarianos.
agaviria.blogspot.com
