Gustavo Petro siempre ha sido un opositor del establecimiento, ese pacto que une a los contrarios en torno de los intereses profundos de la élite política y económica, cuya dominación ha sido retada por los poderes emergentes del narcotráfico y el crimen organizado. Ahora hay un opositor de izquierda gobernando contra el establecimiento, gracias a la democracia.
Esa élite tradicional ha logrado una modernización lenta y sostenida de las condiciones de vida, con progresos graduales en la inclusión del pueblo a la educación y la salud en las ciudades, mientras cedió el control de la periferia a las guerrillas y a las bandas del...
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