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La aniquilación del pueblo palestino

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Alejandro Reyes Posada
31 de octubre de 2023 - 02:00 a. m.
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Israel ha decidido la solución final para el pueblo palestino: aniquilarlo de la faz de la tierra. Para conseguir la aprobación del mundo, siguen girando por cuenta del holocausto, que les ha permitido despojar de su territorio a los palestinos y someterlos a un régimen de apartheid en su propia tierra, sin Estado propio ni derechos humanos básicos, ni siquiera el derecho de sentirse víctimas y menos el de luchar por su supervivencia. Los 800 asentamientos de colonos judíos armados en Cisjordania, apoyados por el ejército israelí, matan ahora palestinos todas las noches, al amparo de la oscuridad, mientras Benjamín Netanyahu y Yoav Gallant, su feroz ministro de Defensa, bombardean hospitales, refugios de Naciones Unidas, escuelas y hogares de civiles, en un intento por eliminar las guerrillas terroristas de Hamás, expresión del radicalismo más extremo nacido de la opresión del gueto de la Franja de Gaza.

Una cualidad de la política exterior israelí es su franqueza. Su derecho a la tierra prometida de Palestina se funda en la promesa de Dios a sus antepasados, pasando por encima de todas las resoluciones no vinculantes de las Naciones Unidas, que desprecian, pues cuentan con la aprobación de los Estados Unidos y Europa, además de tener el ejército mejor armado de Oriente Medio. Se han fortalecido como reacción contra las intifadas, las revueltas de jóvenes palestinos contra las fuerzas de ocupación israelíes.

El brillante historiador judío Yuval Noah Harari tiene razón al sostener que Hamás logró sus objetivos políticos con el ataque del 7 de octubre, pues sus propósitos fueron provocar la ira santa de los israelíes para abortar cualquier posibilidad de paz, como hubiera sido la normalización de las relaciones entre Israel y los países árabes vecinos, que Netanyahu estaba a punto de lograr. Esta no es una guerra que se defina por el número de muertos de lado y lado —cuando un lado está armado al máximo y el otro está indefenso, salvo la salida desesperada de las fuerzas terroristas de Hamás y Hezbolá—, sino por la insensibilidad moral de las fuerzas israelíes y la impotencia del mundo para ponerle un límite humanitario a la barbarie de su venganza.

La aniquilación de los palestinos en Gaza es responsabilidad de Israel tanto como de Hamás, aunque por razones distintas. Israel quiere evacuar a los vecinos peligrosos, a los que deshumaniza llamándolos animales, y Hamás está dispuesto a sacrificar a su población para poner fin a la ocupación de su territorio. La posición de la Autoridad Palestina, que figura como remedo de Estado en Cisjordania y que perdió las elecciones en Gaza frente a Hamás, ha sido privilegiar la vida de los palestinos sobre su rivalidad política con Hamás, para clamar ante la opinión mundial por el cese al fuego y la protección internacional de los civiles inocentes, la mitad de los cuales son niños. Lo terrible, como enseña la historia, es que los que sobrevivan, cuando crezcan, serán los nuevos luchadores suicidas que harán invivible a Israel para nivelar la cancha del horror en la región donde nacieron las tres religiones monoteístas del mundo.

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Eduardo(7668)02 de noviembre de 2023 - 03:53 p. m.
Las 1.400 personas asesinadas el 7 de octubre te miran a los ojos. Supongo que fueron un sobregiro...
Juan(45350)01 de noviembre de 2023 - 03:49 a. m.
Excelente Columna!!! Ni más ni menos los criminales judíos implementan la "SOLUCIÓN FINAL DEL PUEBLO PALESTINO" lo que casi logran con ellos los nazi. Netanyahu y sus secuaces sanguinarios hacen "copiar pegar" de Hitler y su combo criminal
JUAN(6975)01 de noviembre de 2023 - 01:52 a. m.
Omite referirse al peor cáncer alimentador de esa guerra genocida. La Religión. Que ha cegado a esos dos pueblos descendientes de pastores ignorantes y paupérrimos, hasta convencerlos de que "aniquilar otro pueblo de la faz de la tierra" es un acto de voluntad divina.
Alberto(3788)31 de octubre de 2023 - 08:49 p. m.
Muy buena.
alfonso(9763)31 de octubre de 2023 - 08:39 p. m.
Es una necesidad reescribir los textos de la biblia a la luz de las nuevas realidades, tal y como sucede en "1984" de Orwell con el ministerio de la historia. Entonces los judíos serán el pueblo escogido por Dios, y el Estado Israelí el elegido por la Corte Penal Internacional.
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