Los cuatro finalistas

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Alejandro Reyes Posada
20 de mayo de 2018 - 05:30 a. m.
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La elección presidencial enfrenta varios proyectos de sociedad, cada uno con sus adherentes, sus ganadores y perdedores.

Gustavo Petro apuesta a la democracia social en beneficio de las mayorías excluidas y convoca a toda la izquierda para cambiar el modelo de desarrollo extractivo por uno productivo, que valorice el trabajo por encima del capital, los servicios estatales por encima de los negocios privados en la salud y educación, la construcción de paz en los territorios con una reforma rural integral, la defensa del ambiente y el uso de energías renovables no contaminantes. Sus propuestas están sostenidas por el compromiso personal como caudillo del pueblo, heredero de Uribe Uribe, Gaitán, Pizarro y hasta Luis Carlos Galán, todos ellos inmolados como promesas y ninguno probado como ejecutor.

Iván Duque defiende las ideas del “presidente eterno” Álvaro Uribe en materia de seguridad, confianza inversionista e imperio de la ley, renovaría los consejos semanales, corregiría los acuerdos de paz para que paguen cárcel los responsables de crímenes antes de hacer política, modernizaría la economía con el uso de sistemas para simplificar trámites y reducir impuestos a las empresas y le daría seguridad al gran capital inversionista. Propone unificar las altas cortes en una de cierre final y agilizar la justicia con instrumentos digitales que simplifiquen los procesos. El hecho de ser “el que diga Uribe” es su fuerza y su mayor debilidad, pues convierte su candidatura en una muy probable reelección de Uribe como poder detrás del presidente, con su carga de odio, venganza, irritabilidad y falta de escrúpulos con la verdad y la honestidad.

Sergio Fajardo propone erradicar la corrupción del sistema político y la compra de favores con votos, invertir cada año un diez por ciento más en educación, combatir la violencia abriendo oportunidades a los jóvenes, concertar los planes y presupuestos con las comunidades locales de manera abierta y transparente y hacer una reforma tributaria para reducir impuestos a las empresas y aumentar la progresividad de las contribuciones según el ingreso de las personas. Su fortaleza es que su forma de obrar en política no polariza entre los extremos y logra fortalecer a las comunidades y organizaciones sociales como protagonistas de su propio destino. Tiene en su favor el haber sido el mejor alcalde y el mejor gobernador, de forma que la presidencia sería su siguiente reto. Es un outsider, pues viene de la academia y no de la clase política, que decidió reformar el sistema desde dentro al ganar apoyo en un diálogo persona por persona y comunidad por comunidad.

Germán Vargas propone cumplir el acuerdo de paz con las Farc, levantaría la mesa con el Eln, haría una reforma política para dar más representación a las regiones en el Senado, una reforma a la justicia para descongestionarla, evitar sus funciones electorales y crear un tribunal de aforados para juzgar a magistrados. Contra la corrupción propone fortalecer el proceso de extinción del dominio contra corruptos, para eliminar el estímulo de la riqueza mal habida. Es el candidato con mayor experiencia, que demostró ser un gran ejecutor en el gobierno Santos, aunque arrastra consigo el apoyo de las maquinarias más tradicionales y corruptas de la política.

En este abanico de propuestas de los cuatro candidatos con mayores opciones, yo, como ciudadano, no dudo en votar por Sergio Fajardo en la primera y la segunda vuelta.

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