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Operación Juliana

Alfredo Molano Bravo

15 de enero de 2008 - 03:09 p. m.

Concluyó la accidentada e interrumpida Operación Emmanuel, con el esperado reencuentro de Clara y Consuelo con sus familiares, que debería haber llevado el nombre Juliana, la juguetona y primorosa nieta de doña Consuelo.

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La transmisión sensiblera y burda de los medios colombianos, como si se tratara de la llegada de la Vuelta  a Colombia, contrastó con la sencillez y compostura de Clara y Consuelo al abrazar a su gente. Un momento solemne que permitió olvidar por instantes el drama de Emmanuel, que tendrá, también, un feliz y cercano desenlace. Visto desde hoy y  conocidos los diversos testimonios sobre la suerte del pequeño, tal parece que su ausencia no fue el resultado de una trampa de las Farc sino de un hecho insólito en una organización militar de tanta trayectoria: el Secretariado había perdido control sobre el niño que prometían entregar. ¿Cómo pudo suceder? Aunque hay piezas que todavía no cuadran, está claro que Emmanuel fue sacado de la zona de guerra por razones de seguridad. Las guerrillas lo hacen con los bebés que nacen en sus filas.

Lo que no tiene justificación es que el niño no haya sido entregado a la Cruz Roja Internacional o a su abuela para ponerlo a salvo de la guerra misma y para curarlo del pito, la malaria y arreglarle el bracito fracturado. Según la crónica de Semana: las Farc lo intentaron, llevándolo adonde un curandero de la zona, recurso al que apelan miles de campesinos, indígenas y negros nacidos en regiones donde la única cara que se le conoce al Estado es la boca de los fusiles. (Permítanme recordar que el glucantine, droga que cura el pito o leishmaniasis, está controlado por el Ejército y no es de libre acceso). Nada de ello excusa el hecho siniestro de que Emmanuel haya sido escondido y, por tanto, retenido como rehén. Más grave: el Secretariado había perdido el control sobre el menor, puesto que el hombre al que  se lo habían confiado, Gómez Tapiero, también lo había perdido para la organización al dejarlo en manos del Icbf, que lo curó y lo cuidó. ¡Oh paradoja! La guerrilla no sabía, según Semana, dónde estaba Emmanuel, y el Icbf no sabía de quién se trataba. Gómez argumenta que las Farc lo dejaron a la buena de Dios, es decir, sin dinero para curarlo y alimentarlo, razón por la cual decidió acudir a la Defensoría y al Icbf. Cuando la guerrilla se lo pidió para entregarlo, no pudo cumplir, simplemente porque lo había perdido.

Fue así como se le apareció la Virgen  a Uribe, que, con la rapidez de un tahúr, usó la carta Juan David para velar ante la opinión pública los bombardeos del Ejército en la zona  donde estaban Clara y Consuelo, según ellas mismas han confirmado. De estar acorralado por Chávez, Uribe pasó a cercar a las Farc y a propinarles un golpe político del que difícilmente se repondrán. No importó que el Gobierno se llevara en los cachos los derechos que Emmanuel tenía según la Convención de 1990 sobre los Derechos del Niño que firmó Colombia: no podía divulgar el nombre del menor, y menos aun  su historia clínica, como tampoco haber dado a la publicidad la “hipótesis” sin autorización de la familia. Ganó de lado a lado. Una carambola de atropellos para exculpar a los militares.

Hoy la cosa pinta de otra manera. Clara estará con su hijo, y Chávez y la Negra Piedad salieron ganando el pulso en este último capítulo al poner por encima de los intereses políticos las normas humanitarias.  Uribe y las Farc terminaron montándose también en este carro. No obstante, Uribe, recitando en paisa “quiero a Colombia como el día a la rosa que alza su ufanía frente a la primavera floreciente”, vuelve a pedir guerra, guerra y guerra.

Horas después, las Farc le responden, poniendo como condición para hablar el despeje de Pradera y Florida. Pese a este terco contencioso, la situación no es la misma. El país entero clama por la liberación de los cautivos, y la comunidad internacional presiona el acuerdo humanitario. Clara y Consuelo regresan a la libertad y se sumarán, sin duda, a la causa recogida por el presidente Chávez, por Piedad Córdoba y respaldada por los gobiernos  de Francia, Argentina, Ecuador, Bolivia: iniciar con urgencia la negociación política de la guerra toda y no sólo de la guerra sucia.

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