Hace unos meses la Contraloría descubrió que la anterior cúpula de la Policía Nacional compró, “para transportar tropas”, un jet de lujo que costaba máximo US$9 millones, pero que los generosos oficiales tasaron en US$12 millones, y el proceso de adquisición fue más oscuro que las conciencias de quienes dirigieron la entidad en los tiempos del estallido social. Han pasado los días y, mientras el ente de control fiscal define responsabilidades individuales e institucionales, a la actual dirección de la Policía le dio por autorizar el uso del jet, con lo cual le echa tierra a la investigación para taparla y les tira un...

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