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Cartillas de la “verdad”

Alfredo Molano Jimeno

16 de agosto de 2022 - 12:30 a. m.

Nunca les ha gustado el diálogo, pero reclaman que sus historias sean escuchadas. Nunca han querido el Acuerdo de Paz, pero terminaron embarcados en la mesa de negociación, en el tribunal de la Justicia Especial para la Paz o en la Comisión de la Verdad. Prefieren la versión oficial a tener que oír que otros cuenten sus horrores. Disfrutan de los salarios públicos y los gastos reservados, pero cuando estos se agotan se desmontan por las orejas y regresan al coro de militares y policías retirados, desde donde se atrincheran para combatir con mentiras las verdades de la guerra.

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La más reciente operación de saboteo al Acuerdo de Paz empezó el 2 de mayo, cuando el mayor retirado Carlos Ospina aprovechó la calentura electoral para renunciar a la Comisión de la Verdad. Lo hizo en Noticias RCN, seguramente para que su mensaje llegara directo a su audiencia. Argumentó que era víctima de sus compañeros, que, por izquierdistas y con el ánimo de dañar la reputación de la Fuerza Pública, lo habían marginado y habían excluido a los militares y policías del Informe Final.

No dijo nada de los cuatro años que pasó de reunión en reunión, de foro en foro, recogiendo versiones de su gente. No mencionó, por ejemplo, que entre 2019 y 2022 se hicieron 165 ejercicios de recolección de testimonios y construcción de acuerdos. La Comisión de la Verdad también revisó 158 documentos de casos e informes. Se adelantaron 66 espacios de escucha. El resultado de los aportes de los uniformados que fueron víctimas del conflicto atraviesa el informe, narra también la tragedia vista desde los ojos de los soldados, las presiones a las que fueron sometidos por sus superiores, las violaciones inenarrables e incontables que sufrieron, pero el informe también sostiene que la institución militar y el Estado tienen responsabilidades que asumir. Y eso no lo soportan.

Quieren leer la verdad como la dijo Paloma Valencia: “Errores y atrocidades legítimas”. En esa dirección han venido avanzando desde que salió el informe. Esta semana el expresidente Álvaro Uribe anunció que el Centro Democrático editaría unas “cartillas” de la verdad de militares sólo para militares. Y adivinen quién será el editor de la magna obra. Sí, Carlos Ospina. El mensaje de Uribe coincide con otros dos eventos. El primero, una columna de un retirado coronel, que ficciona una reunión ocurrida el 4 de agosto entre integrantes de la Comisión de la Verdad y soldados y militares víctimas del conflicto. La columna sería intrascendente si no fuera porque entre sus delirios afirma que el padre De Roux libreteó a los asistentes para ocultar información a la Unión Europea.

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Nuevamente, omiten información relevante. No dijeron que el encuentro buscaba acompañar a los miembros de la Fuerza Pública para que conozcan el informe y puedan tener una mirada crítica, que existen actas que dan cuenta de que en esos espacios expresaron sus insatisfacciones y que dejó una hoja de ruta para atender los reclamos de reconocimiento, no estigmatización y satisfacción de su derecho a la dignidad. Reclamos que tendrá que atender el Ministerio de Defensa, es el compromiso con la paz y la reconciliación que este Gobierno asumió.

Y aquí viene el segundo antecedente de la publicación que anunció el expresidente: una reunión realizada el 15 de julio en el club Regimiento San Jorge. Entre los asistentes, varios de ellos generales, estaban Zapateiro y el mayor Ospina. Ese día pactaron sacar, con dineros de inteligencia y colaboración de algunos escritores, tres tomos que consignen la “única verdad” que ellos quieren oír de la guerra: que no hay un conflicto armado, sino una amenaza terrorista en donde los únicos héroes y víctimas son ellos. El resto: daños colaterales de quienes estaban defendiendo la institucionalidad. Se niegan a ver otros matices de la complejidad de esta guerra, porque su negocio y su vida dependen de que siga existiendo.

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