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Hojas sueltas

Ocaña y la guerra del posconflicto

Alfredo Molano Jimeno
15 de septiembre de 2023 - 02:05 a. m.
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“De Convención para abajo, la vida de uno no vale nada. Tenemos que vivir con el credo en la boca, rogando para que no lo maten, no lo secuestren, no lo desaparezcan, no lo extorsionen, no lo roben. Si usted llega a cualquier lugar de Ocaña sin permiso, dicen que usted es un tal por cual, lo humillan, lo amarran y luego lo matan”. El testimonio es de un líder social que asegura que en este municipio del Catatumbo se vive una de las peores crisis humanitarias de todos los tiempos. Y la información es respaldada con datos: entre el viernes pasado y el miércoles fueron asesinadas a bala siete personas (cinco de ellas ocurrieron en un lapso de 24 horas). La información fue verificada con fuentes oficiales que, para empeorar el panorama, aseguraron que estos homicidios se estaban esperando desde 2020, cuando la Defensoría del Pueblo emitió una alerta temprana en este municipio.

Una violencia que, paradójicamente, se desató desde el día en que las FARC le pusieron punto final a su guerra. Entonces el ELN se reagrupó y avanzó sobre los terrenos que iban quedando libres. El EPL, que solo existe en los libros y en el Catatumbo, hizo lo mismo, pero no tanto sobre el territorio como sobre las rentas ilícitas. Porque en esta región la única moneda de cambio que existe es la coca. Falta la educación, la salud, las carreteras, el mercado, pero la coca sobra y viene produciendo una proliferación de grupitos de bandidos que secuestran, extorsionan y pescan en río revuelto. A este cuadro de guerrillas hay que sumarle dos disidencias de las antiguas FARC: los llamados Frente 33, que tienen métodos más paramilitares que guerrilleros y están adscritos a la franquicia del autodenominado Estado Mayor Central, y una estructura que viene moviéndose desde el sur de Cesar y se denomina Frente 41.

Al tiempo que estos grupos parten y se reparten el territorio, en el área urbana de Ocaña se multiplican los grupúsculos delincuenciales asociados con unos y otros. “Aquí hay 18 estructuras armadas en un municipio que ni llega a 130.000 habitantes, y el surgimiento de este fenómeno se da porque Ocaña es la capital del lavado de activos del narcotráfico en el Catatumbo. Por eso, también está ocurriendo que los comerciantes locales han sido desplazados por inversionistas paisas. Gente que sabe moverse entre bandos y bandas, entre lo legal y lo ilícito”, explica otra fuente de la región que sabe que si se llega a revelar su nombre aparecerá con dos tiros en la cabeza y un cartel en la espalda que diga: “Por sapo”. Así les pasó a cuatro de las personas asesinadas esta semana.

La cosa no para allí. La gente sabe que la tensión y la feria de muertes se van a intensificar en la medida en que pasen las elecciones, pues además de ser una de las ciudades más peligrosas del mundo, Ocaña también puede llegar a ser la más codiciada por políticos de todos los pelambres: 17 candidatos se inscribieron para la Alcaldía, al menos seis de ellos ya fueron alcaldes, robaron, mintieron y ahora quieren repetir. Lo que más duele es que en esta situación no hay autoridad en el municipio. Históricamente, los alcaldes han hecho acuerdos con todos los grupos para que los dejen robar. La Policía del municipio está compuesta por los castigados de todo el país, a quienes mandan obligados, se encierran muertos del miedo y lo único que hacen es salir a llevarse las motos de la gente que sí trabaja honradamente. Y a los dos meses de haber llegado acá terminan metidos en la mafia, comiendo de lo mismo que los bandidos. Esa es la tragedia ocañera, ver cómo la maldad se multiplica y la gente decente tiene que irse del municipio o esperar en su casa el día de su funeral. Por eso, cualquier proceso de paz con las disidencias y el ELN tiene obligadamente que resolver la crisis humanitaria de Ocaña, un municipio al que no le cabe un muerto más en esta semana.

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WILSON(08665)18 de septiembre de 2023 - 02:32 p. m.
Esta es la situacion que dejó el inepto de Duque. Ahora al actual gobierno le toca dar soluciones.
Alberto(3788)16 de septiembre de 2023 - 12:52 a. m.
Impresionante. Muy valiente e importante denuncia. Gracias, Alfredo Molano Jimeno.
Norma(12580)16 de septiembre de 2023 - 12:12 a. m.
Ojalá el dolor no sólo nos produzca horror, sino también solidaridad. Ojalá logren ganar apoyo y protección.
Ricardo(3857)15 de septiembre de 2023 - 11:50 p. m.
Obvio que la violencia genera tristeza , pero en el caso del putumayo , cauca y ctatumbo epecialmente , deb de entenderse que lo que se debe atacar es la "ganancia extrema" del comercio de la coca . O sea es atacando la parte economica de ese negocio como se lograra volverlo menos "ideal" . Economicamente el exceso de oferta de cultivos - esta logrando una baja importante en su precio
Carlos(34560)15 de septiembre de 2023 - 10:50 p. m.
Lo que está ocurriendo en Ocaña es un aviso tempranero de lo que seguirá ocurriendo en otras regiones del País si la política de inseguridad de este presidentucho no se corrige. Pasará lo que en México que el inepto e ingenuo presidente creyó que con buenas intenciones se controlaba el negocio del narcotráfico y ese negocio tan lucrativo jamás se acabará de la manera en que lo están haciendo. Dentro de tres años me dirán si tuve o no tuve razón.
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