Estoy convencido de que este país solo cambiará cuando la fuerza pública, especialmente la Policía, cumpla su rol constitucional: servir a la ciudadanía y no a los poderosos. De ahí que la candidatura del general Jorge Luis Vargas a la Alcaldía de Bogotá me despierte profundas inquietudes. Me repulsa verlo posar de impoluto cuando en sus 38 años de “servicio” —que lo llevaron a la dirección general de la institución— ha contribuido a que la Policía sea el operador de un Estado injusto, violento y desbordado por la corrupción.
Para escribir esta columna tuve que sufrir una hora y media de lisonjeras preguntas y de respuestas...

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