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Hojas sueltas

Que vuelva Pékerman

Alfredo Molano Jimeno
27 de septiembre de 2022 - 05:30 a. m.

La vía La Calera debe estar en el listado de las cinco carreteras más peligrosas del país. Allí no pasan dos semanas sin que ocurra un accidente en el que, usualmente, alguien pierde la vida. Además, debe estar en la categoría de las concesiones más injustas de Colombia. Quienes la transitamos pagamos una tarifa de $10.800 —más cara que el peaje de Chía que tiene tres carriles— y se cobra la misma tarifa si se usan 100 metros o todo el tramo. No cuenta con grúa ni ambulancia, como obliga el contrato de concesión; las obras que adelantó el concesionario por más de un año dejaron una carretera del mismo carril único, sólo que más amplio, y para rematar cada día el tráfico es peor.

A la estrechez de la vía se suma una mezcla de tráfico pesado —de maquinaría, tractomulas y camiones— con rutas escolares y miles y miles de particulares. También es el camino veredal por el que se ven obligados a caminar quienes se desplazan entre las veredas contiguas a la carretera. Al mismo tiempo es un escenario al que diariamente suben más de 2.000 ciclistas y los fines de semana los deportistas se multiplican por tres o cuatro. En los últimos cinco años, el tramo de siete kilómetros entre el peaje de Los Patios y la calle 83 con carrera séptima pasó de ser de unos 15 minutos a un trancón desde las 8:00 a. m. en el que uno puede gastar 40 minutos o una hora, dependiendo, principalmente, de si en la circunvalar está Juan Carlos Agreda, más conocido como Pékerman, por su parecido físico con el entrenador argentino.

Pékerman es un dedicado agente de movilidad que se destaca por su compromiso y empeño, con los que logra la magia y desanuda el trancón. Sin embargo, desde hace más de 15 días no está porque en la empresa que subcontrata los servicios de este agente de movilidad le han hecho la guerra pues suele denunciar malas condiciones laborales. Pékerman es de Pasto, tiene 56 años y desde hace más de nueve trabaja como agente de movilidad. Hace un año y tres meses la Secretaría de Movilidad tercerizó la contratación de estos agentes a través de la empresa CEINTE y Pékerman no tuvo más opción que reducirse el sueldo y quedar en manos de los jefes de la empresa privada. Sus reclamos por una contratación justa, horarios de trabajo dignos y sobre todo porque lo dejen en la vía La Calera, donde los residentes lo apreciamos, le han costado que no le den gusto y lo envíen a otras zonas de la ciudad.

“Yo salgo de mi casa alrededor de las 7:30 de la mañana y si hay trancón después de Patios es porque Pékerman no está en el cruce de la circunvalar. Él es un agente que suda la camisa, se le ve corriendo con entusiasmo, parando los carros y pito en boca le pone orden a ese cruce, que es el que determina el trancón. Cuando él no está encuentra uno agentes concentrados en sus celulares, hablando entre ellos y muchas veces de a dos haciendo la misma función. Para nosotros los calerunos Pékerman es un héroe. Ojalá regrese pronto”, refiere una habitante de la vereda El Hato.

La situación de tránsito y los abusos del concesionario son tan insoportables, que han hecho que los vecinos se unan en una causa jurídica para reclamarle al ministro de Transporte y a la Agencia Nacional de Infraestructura una solución. “El peaje de Patios se construyó hace 20 años de una forma irregular, violaron el área mínima del perímetro urbano que impide que haya peajes en un determinado número de kilómetros. Incluso fue tan burdo, que prefirieron, en vez de correr el peaje, corregir el límite mediante el POT. Nosotros lo que estamos pidiendo es el derecho a la igualdad. Los habitantes de los peajes de Funza, Faca, Mosquera tienen tarifas de residentes. También estamos invocando un derecho a una tarifa preferencial que se pactó desde el inicio con el concesionario, a la que le han hecho conejo”, explica el abogado que representa a las comunidades de El Hato, El Líbano y El Verjón, las cuales pagan tarifa plena por menos de un kilómetro de uso.

Por eso, se han adelantado tres protestas en forma de monedatón, que consiste en que los residentes paguen el peaje con monedas de $50 para crear un estancamiento kilométrico que se extiende por la séptima y la circunvalar. Esta ha sido la única manera de que las autoridades presten atención. Esta semana hay un intento por llegar a un acuerdo; de lo contrario, la próxima protesta se realizará el domingo, día en que los visitantes de La Calera se multiplican sensiblemente, con el agravante de que hoy no contamos con un Pékerman que alinee el caótico tráfico con el que convivimos quienes buscamos la tranquilidad y el ambiente limpio que Bogotá no nos ofrece.

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