La polarización extrema no solo implica la confrontación permanente entre oposición y gobierno.
Produce un efecto perverso: reduce casi todo a la próxima elección. En el momento en que cada lado se convence de que el adversario seguirá radicalizándose, concluye que solo queda el camino de derrotarlo. Como cada batalla es seguida por otra que no dirime el conflicto, solo queda la opción de ganar la guerra en la próxima elección.