Publicidad

¿Cómo controla Petro la política?

Alvaro Forero Tascón
23 de enero de 2023 - 05:02 a. m.

Gustavo Petro no domina férreamente la vida política del país porque es presidente. Iván Duque lo era y no logró nunca tener la iniciativa política, ni el control de la agenda pública, ni dominar la narrativa sobre su gobierno ni comunicar cuál era el objetivo de su mandato. Solo a mitad de gobierno controló al sistema político, y no le sirvió porque no intentó ninguna reforma importante.

Petro domina completamente el día a día de la política y reduce a sus oponentes y competidores a responderle con rabia, por la misma razón que dominó la campaña presidencial por más de un año: entendió cuál era el anhelo de las mayorías del país y lo alimenta disciplinadamente todos los días. La política se basa en expectativas y Petro gobierna para el futuro, no el pasado.

Mientras Petro habla de ideales, de esperanzas, de mundos posibles, de capacidad del Estado, de reivindicaciones; sus opositores hablan de mundos imposibles, de barreras, de temores. Mientras Petro busca interpretar la insatisfacción de los ciudadanos, su oposición insiste en que las cosas están mejor de lo que dicen el presidente y las encuestas, y que no se requieren reformas de fondo.

Muchos consideran que a los gobernantes se les mide solo por los resultados y que Petro fracasará por su maximalismo y la aparente debilidad de su gobierno para la implementación. Olvidan que, en una sociedad bloqueada por falta de reformas, en que las instituciones se han quedado atrás de los cambios sociales y económicos, las reformas legislativas de las instituciones son un gran éxito y los posibles efectos negativos de éstas toman tiempo, y que algunas que plantea Petro, como la de pensiones, tendrían efectos sociales inmediatos.

Gobernantes como AMLO en México, sin haber hecho grandes cambios, han mantenido unos niveles de favorabilidad altísimos, un control impresionante de la vida mexicana y ha mantenido a su oposición arrasada. Porque logró lo que Antonio Gramsci denominó la hegemonía cultural: “la captura del pensamiento de una sociedad por parte de un lenguaje político, al punto de que es adoptado inclusive por quienes no lo comparten”. Eso fue lo que logró Álvaro Uribe y lo que le permitió dominar la política durante dos décadas.

Mientras los opositores se limiten a comentar los anuncios de Petro, criticando la falta de detalles de sus políticas, seguirán dejándole libre la agenda pública y renunciando a competir por las ilusiones de los ciudadanos. Es fácil que los sectores antipetristas compren el discurso de oposición, pero no es fácil convencer a los apáticos o a los que votaron por Petro de que la oposición al cambio no es el continuismo que en elecciones de primera vuelta rechazaron contundentemente. Si no quieren dejarle todo el espacio político al presidente, tienen que competirle con propuestas de cambio. Petro ganó y sigue ganando en favorabilidad en las encuestas porque sacó a relucir el conformismo y falta de ideas del sistema político. Rodolfo Hernández fue el único que entendió que la manera de competirle a Petro no era atacándolo sino proponiendo una alternativa de cambio.

Algunos dicen que la campaña ya pasó. En la política de hoy, de redes sociales, la campaña sigue porque hay que mantener el apoyo popular para poder gobernar con efectividad.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar