Las principales funciones de los partidos políticos —construir plataformas programáticas y escoger candidatos para elecciones— las están realizando ahora las consultas interpartidistas.
Fundamentalmente porque el fenómeno de personalización de la política, que reemplazó al bipartidismo, se desgastó dando paso al coalicionismo. En las últimas tres décadas Colombia pasó de un sistema bipartidista a uno personalista y está entrando desde 2018 a uno de coaliciones, que más que de partidos es de personas, algunas identificadas claramente con ideologías y otras más flexibles.
En apariencia el bipartidismo había sido reemplazado por un sistema multipartidista, pero esa multiplicidad de partidos solo era la sombrilla de micro o fami empresas electorales, de movimientos ciudadanos de candidatos independientes y de populistas, todas expresiones de un sistema político personalista. Las reformas políticas de las últimas décadas, dirigidas a fortalecer los partidos, no lograron reversar el personalísimo que los carcomía. Aunque se trata de otro de los fenómenos del cambio de siglo, en que tantas instituciones cómodas del siglo XX perdieron su estabilidad y tienen a las democracias occidentales en crisis, en Colombia tuvo unos hitos claros: la nueva Constitución en los 90 que le retiró columnas a la estructura bipartidista, el triunfo del populismo en 2002 y la escisión de los partidos tradicionales en muchos micropartidos diseñados por Álvaro Uribe para reemplazar la gobernabilidad partidista por una caudillista.
Ese personalismo que permitió una hegemonía política de cerca de 20 años basada en el populismo autoritario de derecha, al deteriorarse reveló una fragmentación impresionante del sistema político, en que ningún partido ni ningún político está cerca de representar una mayoría, o de construirla alrededor de sí. Al no tener el monopolio de los avales para la inscripción de candidatos y habiendo tantos partidos, se suman entre ellos para apoyar candidatos en las elecciones locales. A nivel de Congreso, al existir listas abiertas, los partidos prácticamente dan aval a quien tenga votos, y por eso necesitan más a los políticos de lo que éstos necesitan a los partidos. Y a nivel presidencial, hoy los partidos tienen dificultades hasta para ingresar a las consultas interpartidistas, organizadas por candidatos independientes.
Para no llegar a la postración de Perú, en que se presentaron 18 candidatos a primera vuelta, y los que pasaron no alcanzaron el 20 % de los votos, favoreciendo al extremismo populista, el sistema político colombiano está estructurándose alrededor de consultas que más que elegir un candidato para primera vuelta, están delimitando el espectro político de acuerdo a posiciones ideológicas y plataformas programáticas.
Al ser el mismo día de las elecciones legislativas, las consultas pueden presidencializar la dinámica electoral del Congreso, reduciendo el poder de los políticos locales. Las coaliciones que presenten listas unificadas seguramente obtendrán muchas curules en Senado y serán las nuevas bancadas. Lo que está por verse es si las coaliciones electorales terminan expresándose como gobiernos de coalición, más propios de sistemas parlamentarios.