A pocas semanas de la posesión de Iván Duque escribí una columna titulada “Duque, ejecutor”, sosteniendo que no sería un presidente transformador. Así fue.
Esa incapacidad abismal de Duque para entender y atender las demandas sociales de cambio le abrió las puertas a Gustavo Petro, por un lado, pero afianzó los temores al cambio, por el otro. El petrismo es una reacción histórica al uribismo porque el proyecto político de Uribe ha sido esencialmente retardatario, encaminado a debilitar los pilares de la Constitución del 91 para...
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