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La función de los gremios no es sancionar pero tampoco acolitar.
La “prudencia”, el silencio de algunos gremios colombianos con respecto a las acciones de sus colegas —no necesariamente agremiados— es evidente en dos casos recientes: las víctimas del edificio Space y de las cirugías plásticas.
¿Por qué esconden la cabeza constructores y cirujanos plásticos a sabiendas de que su actitud mina el prestigio de una profesión? Solidaridad de gremio no puede confundirse con complicidad.
En octubre de 2013 colapsó la etapa seis de Space. Entonces, la Cámara colombiana de la construcción–Camacol Antioquia, solicitó que se hicieran investigaciones, expresó el pésame a las víctimas, ofreció ayuda para el rescate y la remoción de escombros. Y puntualizó: “Es muy importante anotar que el lamentable accidente ocurrido en el edificio Space es un evento sin antecedentes en el sector constructor”. Ni una palabra sobre los implicados.
Casi cuatro años después, en febrero pasado, en medio de la presión mediática, Camacol Antioquia y la Sociedad antioqueña de ingenieros y arquitectos (la misma que intentó homenajear a Álvaro Villegas, de la firma CDO, constructora de Space), solicitaron a Carlos Ruiz, curador de Space, que no se posesionara en la curaduría primera.
Esta semana, después de una investigación ético disciplinaria, el Consejo profesional nacional de ingeniería canceló las matrículas profesionales de Jorge Aristizábal y Edgar Ardila, diseñador y revisor estructural de Space. A Pablo Villegas (hijo de Álvaro Villegas), María Cecilia Posada y Bernardo Vieco, responsables de la construcción del edificio y estudio de suelos, les suspendió la matrícula profesional.
Space: 12 muertos. Cirugías plásticas: 14, solo en Antioquia, en 2016.
¿Cuántas personas tienen que morir para que un gremio reaccione a tiempo?
En Colombia no existe una legislación para las especialidades quirúrgicas: ¡un médico general podría operar un corazón, un cerebro! La cirugía plástica no está reglamentada (en la Cámara de representantes reposa un proyecto de ley). De hecho, en el programa Vive Medellín de Blu Radio, el “cirujano de las barbies”, Carlos Ramos Corena, reconoció que no tiene título de cirujano plástico.
Ernesto Barbosa, secretario de la Sociedad colombiana de cirugía plástica, estética y reconstructiva (SCCP), comentó que recientemente la televisión francesa recomendaba no practicarse cirugías plásticas en Colombia. Ante la pregunta ¿existe control gremial, sanción social?, el doctor Barbosa respondió: “Nuestra idea es que nuestros miembros aprendan cada vez más, que hagan una educación médica continuada en este conocimiento que va evolucionando. Sin embargo, los encargados de hacer sanciones son los tribunales de ética médica, el Ministerio a través de sus secretarías de salud”.
¿Cuántos (y cuáles) de los asociados de la SCCP están investigados o sancionados en este momento por malas prácticas? ¿Ninguno?
No se trata de linchamientos mediáticos ni de la usurpación de la acción de los tribunales profesionales y de la justicia, sino de un llamado a la reflexión ética, a la autocrítica. Recuperar el significado de la sanción social. Es un acto mínimo de responsabilidad con los pacientes, con la ciudadanía.
Estas mismas palabras aplican para el periodismo.
