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Cuatro gallos y un sancocho

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Ana Cristina Restrepo Jiménez
27 de junio de 2025 - 05:06 a. m.
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Cuando ya no queda ni una botella en el petaco de cervezas, la juerga se convierte en gresca. El peso de la carga cultural se rige con un orden: elegir un contrincante –para pelear, se necesitan al menos dos–, buscar pleito, golpear, vencer. Aplica en galleras y plazas de toros. En canchas de tejo y campos de golf. Y en la política electoral.

En medio de la borrachera de poder, Gustavo Petro eligió los gallos para agitar su riña presidencial. Escogió un par de gallitos mediáticos, de esos que despliegan sus alas ante la más mínima provocación, con pico rápido y reacción inmediata. Para marcar territorio, convirtió en gallera el patio de la casa de sus oponentes: el centro administrativo La Alpujarra.

¿Quién la tiene más larga y más dura? No es solo cuestión de la dimensión de la espuela, sino de cómo se exhibe para elevar las apuestas. Suben a la tarima una sarta de delincuentes y los gallitos comienzan su aleteo: “¡Si Antioquia resiste, Colombia se salva!” (¿dónde estaban los redentores cuando criminales como Pablo Escobar Gaviria o César Pérez García parloteaban en tablados protegidos por los manzanillos de turno?). Pero falta la carta que revienta la ovación, aquella que convierte a Vicente Fernández en profeta: “El gallo sintió de pronto que estaba hirviendo su sangre/ Y ya puesta la navaja, le dijo: voy a salvarte/ Que ya suelten ese giro/ Tu deuda voy a pagarles”. Entra en escena el exalcalde Daniel Quintero.

(Los gallos finos siempre están listos para la riña, aunque parezca un sancocho).

Son cuatro y bien machos. Andrés Julián Rendón y Federico Gutiérrez, gallitos de casta, responden al desafío de Petro y Quintero. (El Gran Gallo anda en otra pelea que le exige controlar su pico). ¡Indignación en las calles, las redes sociales, las columnas de opinión, los espacios radiales!

“El meridiano de la violencia pasa por Antioquia”, advirtió el defensor de derechos humanos Jesús María Valle. Casi 30 años después, seguimos sin comprender el calado de sus palabras.

La carga patriarcal en la política parece protegida por el manto del patrimonio cultural de la humanidad: una y otra vez, asistimos al adiestramiento de generaciones de hombres y mujeres en una forma de hacer política guiada por la ley del más macho (capaz de infectar a millones de seguidores).

La política patriarcal no solo radica en aliarse con misóginos, maltratadores y antiderechos. Los morris, benedettis y saades son solo una parte (escandalosa y poderosa) de la condena histórica que es el mandato patriarcal.

Ni ponerse un pañuelo verde y posar con mujeres (la hija, la ministra, la líder que sea) convierte a un político en aliado de las luchas por la igualdad; ni la narrativa simplista de héroes y villanos (“los buenos somos más”) evidencia que exista un único “lugar correcto de la historia”.

El patriarcado es el oxígeno de los discursos populistas y autoritarios. Petro y Quintero lo saben; Rendón y Gutiérrez, también.

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Duncan Darn(84992)30 de junio de 2025 - 11:35 a. m.
Pues Ana, si de analogías se trata , recordemos que durante dos siglos el pueblo ignaro e ímplume ha sido la gallina del sancocho.
Maribel Martinez(27840)29 de junio de 2025 - 01:21 a. m.
Creencias medievales, plata y ambición eso aquí es la Tradición o sea la pura Banalidad del Mal.
william jara(17429)29 de junio de 2025 - 12:37 a. m.
Que galimatías esta columna.
Aura lucia Mera becerra(81917)28 de junio de 2025 - 02:20 p. m.
Felicitaciones‼️
Álamo(88990)28 de junio de 2025 - 03:07 a. m.
¡Cabal y ubérrima conducta-Gallón! Por fortuna, el gallo de ña'Lina y otros once andan en-granados. Pero, ¡cuidado!, muchos "carrotancados" de seguro están pidiendo pista... y eso no lo miden los cuatro jinetes de este cuento.
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