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Las dos francias: la que rechaza y la que se resigna a la explotación sexual

Ana Cristina Restrepo Jiménez

21 de marzo de 2024 - 09:05 p. m.

Libertad.

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En 2016, Francia fue el cuarto país europeo en abolir −que es distinto a prohibir− la prostitución, después de Suecia (1999), Noruega (2008) e Islandia (2009). Para liberar a las víctimas de la cadena de explotación, optó por castigos pecuniarios a la compra de sexo: si el “consumidor” reincide, le duplican la multa, queda con prontuario y debe hacer un curso de sensibilización. También eliminó el delito de “prostitución pasiva” que sancionaba solo a las personas explotadas. A través de un fondo financiado por el Estado, la ley abolicionista francesa establece una ruta de atención a las víctimas, de reinserción a la sociedad: alojamiento, acompañamiento social, subsidio y permiso de residencia de seis meses para migrantes explotadas.

¿Igualdad?

“El show era ella”, así comienza una entrevista publicada por El Espectador en agosto de 2017, con Charlotte Schneider Callejas, quien hoy encabeza la Dirección para las Mujeres en Actividades Sexuales Pagas del Ministerio de la Igualdad. Nacida en Cuba y nacionalizada en Colombia (2019), es especialista en Estudios de Género de la Universidad Nacional, y Bioquímica de la Universidad de La Habana. En el año 2000, esta mujer trans se refugió en Colombia: “(…) subía a tarimas de bares clandestinos en La Habana (…) era costumbre que el espectáculo se suspendiera con el estruendo de la policía que silenciaba el lugar. Abusos sexuales, golpes, escupidas y robos sobrevenían en la estación, desde donde se pontificaba seguridad. Esa fue una de las razones por las que salió de la isla”.

Schneider, quien huyó de “abusos sexuales, golpes, escupidas y robos”, ¿hoy dirige una división ministerial que no sólo se vale del eufemismo de “actividad sexual paga” para nombrar la explotación sexual sino que normaliza lo que la expulsó de su país hace 24 años -entornos de violencias para las mujeres (90 % de las víctimas de explotación sexual), población trans y demás personas explotadas-? ¿Así es como “la dignidad se hace costumbre” para la Francia cercana, vicepresidenta y ministra, desde la cartera de la Igualdad? ¿Cómo se abolió la esclavitud de los afrodescendientes? ¿Llamándola “actividad laboral no remunerada”, o sancionando a los traficantes y esclavistas? ¿Acaso la abolición no fue el paso definitivo para la igualdad por la que todavía luchan las personas afrodescendientes? ¿Qué tal si se hablara hoy de la “regulación” de la compra de personas racializadas? ¿Algunos esclavos lo eran por “decisión propia” (falacia argumentativa para perpetuar la explotación sexual)? ¡Era su única forma de comer y tener un techo, en sociedades sin oportunidades!

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No se entiende cómo una líder con la experiencia social de Francia Márquez se presta para defender los intereses de explotadores y puteros, quienes suelen ser eslabones de cadenas de crimen organizado. Bastaría con repasar algunas investigaciones de InSight Crime: “El Tren de Aragua comenzó a explotar sistemáticamente a los migrantes venezolanos, cobrándoles extorsiones, llevándolos clandestinamente a Colombia y haciéndose con el control de varios nodos del mercado de la trata de personas con fines de explotación sexual… (13/12/2023)”.

Fraternidad.

Mucho saludo ancestral… y poco fraternal. La fraternidad viaja en el tiempo tan lejos como la ancestralidad, supera los vínculos de sangre. Los pactos sociales se basan en aprendizajes ancestrales y, con algo de sensibilidad, fraternales; la Francia lejana lo entendió: el cuerpo de los seres humanos no tiene precio.

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