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Los reyes malditos

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Ana Cristina Restrepo Jiménez
21 de abril de 2023 - 02:05 a. m.
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Lear es el rey de una sociedad jerarquizada y feudal. Sus hijas, Goneril, Regan y Cordelia, crecen en el respeto y la obediencia al patriarca. La tragedia se desencadena cuando el padre le pide a cada una que declare la dimensión de su amor por él.

En 1989, empecé a estudiar Periodismo en la Universidad Pontificia Bolivariana. La emoción que despertó mi primera lección de Literatura murió cuando el profesor se dedicó a hacer bromas y comentarios inapropiados sobre el físico de algunas alumnas. “Rubia”, nos llamaba con tono lascivo: se acercaba tanto que sentíamos el calor de su aliento. Su mirada saboreaba bluyines y escotes como si fueran frutas en una plaza de mercado. Con 18 años, sin #MeToo ni canales de denuncia, rechazar al agresor fue el escape de mi instinto… con las consecuencias académicas que se derivan de ello. El examen final fue un ensayo sobre El rey Lear, de William Shakespeare.

Le pedí a mi tío David Jiménez, profesor de Literatura de la Universidad Nacional (UN) sede Bogotá, que revisara mi trabajo antes de entregarlo. Aquel semestre de latigazos culminó en el cadalso: después de disciplinadas sesiones de escritura, discusiones y lecturas en voz alta (¡pasadas por el filo de semejante cuchilla!), sin condescendencias, mi tío consideró que el ensayo estaba “listo”.

Reprobé.

“Come not between the dragon and his wrath!” (Acto 1, escena 1).

Los círculos intelectuales están convulsionados por las denuncias en contra de Boaventura de Sousa Santos. Acusaciones de violencias basadas en género y explotación intelectual transformaron el escrache en una denuncia con rigurosidad académica.

Desde el surgimiento del #MeToo, como profesora universitaria y periodista, he acompañado muchas denuncias. En Blu Radio, hemos expuesto cómo la cultura patriarcal convierte los títulos académicos en adarves que salvaguardan la “integridad” de doctorados y posdoctorados. Primero, la UN sede Bogotá; luego, la Pontificia Universidad Javeriana; ahora, la Facultad de Minas de la UN sede Medellín.

En las búsquedas de información sobre los profesores Oswaldo Ordóñez y Farid Cortés, navegué en Instagram por @malasororidad, una cuenta de escrache contra docentes de la UN sede Medellín. Los testimonios 24, 46, 58, 60, 62 y 63 denuncian a mi profesor de Literatura: Raúl Botero. “No hay un proceso institucional de denuncia contra este profesor”, señala la publicación. Una fuente directiva de la universidad me dijo: “Él se jubiló antes de que lo echaran por acosador”.

Para el Festival Gabo, entrevisté a Rebecca Corbett, editora de investigación en The New York Times. Detalló la metodología de las pesquisas contra Harvey Weinstein y narró el costo personal, social y profesional de ejercer el periodismo con enfoque de género; la autorreflexión, devastadora, que suscita.

En 2001, ingresé a la maestría en Historia de la UN; al salir de una clase sentí una voz familiar, un eco, del otro lado del corredor: “¡Rubia!”.

Tres décadas de impunidad, con las formas intactas —de acuerdo con los testimonios publicados—. ¡30 años de “presunción de inocencia”!

¿“Inquisición”? ¿“Cancelación”?

Sobre las denuncias recientes, la UN publicó un comunicado con algunas restricciones —insuficientes— a los profesores investigados. Medidas ahogadas por el sopor de los “canales institucionales”.

¡Malditos los reyes protegidos por burocracias infranqueables! Ni siquiera una mujer en la Rectoría ha podido enfrentar a los dragones que custodian esos tronos.

Que las palabras de Cordelia sean presagio: “El tiempo mostrará toda doblez: si encubre, luego ríe con desdén”.

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ALEJANDRO(os9iw)23 de abril de 2023 - 03:29 p. m.
Ana Cristina, le declaró mi admiración por su valentía y si de algo sirve, mi apoyo incondicional a su denuncia.
abolectrico(03577)22 de abril de 2023 - 11:59 a. m.
Que valiente esta periodista, con personas como usted ya se pueden atacar esas cruzadas misóginas que se inician en los púlpitos de la iglesias y que son replicadas por los traficantes de la fe agazapados en cualquier iglesia de garaje, me ofende ver salir de alguna iglesias a mujeres con un cabello de aspecto sucio, mal cuidado y espantosamente largo, con unas batas de igual calificativo, estas mujeres son obligada a ocultar su hermosura y su feminidad. No son solo los profesores.
Luis(14946)21 de abril de 2023 - 10:49 p. m.
un verdadero macho seduce , Un mequetrefe escondido detras de su poder académico o económico abusa al hacer intentos de seducción que jamás haria si no tuviera esas ventajas . Convencidos están del poder afrodisiaco del poder ignorando que la mujer "seducida" por ese poder en realidad está aprovechandose temporalmente del mequetrefe . Es la educación sexual de nuestros hijos varones la que puede revolucionar este machismo . El poder seducir es una de las alegrías de la vida . pero no a la brava
DORA(2370)21 de abril de 2023 - 09:32 p. m.
No puedo evitar preguntarme, siendo usted una valiente mujer que no teme poner en evidencia a los abusadores, qué hace trabajando con dos miserables misóginos como son los impresentables tipejos Morales y Zuleta. Por razones de trabajo tenía que oírlos todas las mañanas regodeándose, haciendo burla del aspecto o la forma de vestir de las mujeres o utilizando metáforas para denigrarlas, por fortuna ese calvario terminó, nunca mas Blu Radio.
Sergio(3490)21 de abril de 2023 - 02:50 p. m.
Doña Ana, confunde usted el concepto de exponer públicamente a alguien, se le llama escarnio o en la picota pública. Viene de la edad media, es escarnecer al ofensor ante el público. El escrache (scrach) es anglicismo y aunque se acerca al sentido de escarnio, apenas se define como rasguño, herida superficial de un objeto cortopunzante. Supongo que este uso es producto de la influencia de las redes y de nuestra fe en los usos que ponen de moda los argentinos.
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