Publicidad

Puñalada en el corazón

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Ana Cristina Restrepo Jiménez
31 de diciembre de 2021 - 05:30 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Por la hendija de la puerta de una casita en un pueblo helado se desliza la correspondencia. Cae sobre el tapete la revista de un internado en Oxford. La firma de la crónica central es de Chris Nathan, un jubilado a quien contactaron para rescatar el archivo escolar: confiesa que aceptó el cargo a pesar de su inexperiencia en recopilación histórica, pues solamente había realizado una serie de entrevistas a veteranos de la Primera y Segunda Guerra Mundial; entonces, describe lo que significó sumergirse en más de 8.500 libros de no ficción y material académico, la hemeroteca, el portafolio gráfico y demás tesoros del archivo, un reto que suscitó en él una reflexión sobre la biblioteca como centro comunitario que conecta tiempos históricos, lugares geográficos y formas de pensamiento y de vida.

Mi madre, jubilada, es bibliotecóloga de la Escuela Interamericana de Bibliotecología (faro académico que hace poco publicó una carta de protesta por el nombramiento del nuevo director de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, (BPP). Desde muy niña, en los convulsionados años 70 en la Universidad de Antioquia, vi cómo ella se quemaba las pestañas con lecturas que abarcaban desde la técnica de la bibliotecología hasta libros de hermenéutica y filosofía. Su vida laboral la dedicó a la fundación y expansión de una biblioteca escolar infantil. Al atardecer, nos leía las novedades: mi hermano mayor y yo éramos sus conejillos de indias, augurios de los libros que podrían conquistar a los estudiantes del Colegio San Ignacio de Loyola.

La misión de los bibliotecólogos (graduados de la academia) y bibliotecarios (empíricos) supera la técnica de identificar, clasificar, organizar y distribuir libros. Son líderes comunitarios; me basta con escuchar las historias de las bibliotecas como refugio, territorios neutrales en momentos aciagos de violencia barrial en mi ciudad. O con ver cómo muchos señores, ya calvos o canosos, reconocen a mi madre —con quien aprendieron a amar la lectura— como un personaje memorable de su historia personal.

El gran Ricardo Piglia dejó sus primeros recuerdos lectores en la biblioteca pública de Mar del Plata. Almudena Grandes cataloga las bibliotecas públicas como “reductos de la civilización”: “En este momento en que la literatura está tan amenazada porque tiene que competir con tantas puertas maravillosas a todo color, las bibliotecas son fundamentales porque los lectores necesitan trincheras”. La BPP y sus filiales son trincheras en territorios de guapos y violentos sedientos de reclutas. Conectan a los jóvenes con el mundo, le responden al resto del planeta sobre nuestro patrimonio y memoria. Dotan de vida a elementos (libros, fotos…) aparentemente inanimados.

Aquello de la “toma hostil” va más allá del campo bursátil. Cuando Daniel Quintero les saca la lengua al GEA, a Hidroituango o a los operadores de la jardinería urbana, la afectación es inmediata: los empresarios se defienden, la alerta por la seguridad energética sacude al país, mientras las zonas verdes de la “Ciudad de la Eterna Primavera” parecen un potrero abandonado… pero el secuestro politiquero de la BPP es un daño agazapado, lento, que solo pasará factura con los años.

Esta no es una pataleta de intelectuales “molestos” marcando territorio. La toma burocrática de la BPP es una puñalada que el “muchacho del Tricentenario” le da al corazón cultural de Medellín, a sus habitantes más vulnerables.

Conoce más

 

María(60274)02 de enero de 2022 - 06:32 p. m.
Es como cuando nombran a un economista de ministro de salud.
María(60274)02 de enero de 2022 - 06:07 p. m.
Claro, entonces para que una persona estudia una carrera? para que cualquier pendejo sin conocimiento la realice? noooooo, no tiene ninguna lógica desde ningún punto de vista.
PEDRO(90741)02 de enero de 2022 - 12:02 a. m.
Cuenta regresiva: faltan 218 días para que termine este arrogante gobierno. Consulte e investigue la vida pública y política de sus candidatos.
Lorenzo(2045)01 de enero de 2022 - 05:44 p. m.
Que Ana de desgañite es lo de menos. Al desgaire: de Piglia al mito urbano Borges-Perón-la Inspección Nacional de Pollos; de la literagura fantástica referida por el mismo Piglia (aquella novela prohíbida -novela dentro de otra novrla- que relata una mentira: que los nazis habían perdido la II Guerra): ¿cuál es la ficción en PaisaLand? ¿Pinturita es Perón y su mina es Evita? ¿Acaso la gran menti-
  • Lorenzo(2045)01 de enero de 2022 - 05:55 p. m.
    -ra es que el GEA haya perdido la batalla (el monopolio del Estado paisa... porque hasta donde sabemos, su Adolfito aún dirige las operaciones desde su búnker en el "segundo piso")? Literatura fantástica -periodismo fántastico- que elude el eslabón universal del mundito paisaland: Lupe, el jóker fantástico, amigo y socio de todos; el miniConsigliere de la derecha y la izquierda políticas.
Joaquín(65075)01 de enero de 2022 - 03:12 p. m.
Esa es la corrupción política que el fin justifica los medios
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.