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Voto sin botas

Ana Cristina Restrepo Jiménez
11 de marzo de 2022 - 05:30 a. m.

Con la sonda del ecógrafo dispersando un gel frío sobre mi vientre, el obstetra descubrió el sexo de mis bebés. Capturó una imagen e insertó un globo de diálogo: “Hola, papi y mami: ¡Somos dos niños!”.

Así empezó mi tormento: el servicio militar obligatorio (SMO).

Recuerdo aquella publicidad: “¿Usted prestaría sus hijos para la guerra?”. Voté por Juan Manuel Santos y Sí al plebiscito para desarmar a una guerrilla, pero también para eliminar el reclutamiento forzado desde el Estado. Tras la firma del Acuerdo de Paz, fue aprobada la Ley 1861 de 2017 que, entre otras reformas, buscaba estandarizar los términos de prestación del SMO. Para mi sorpresa, se mantuvo con leves variaciones.

Entonces, llegó mi horror.

Cuando mis mellizos se iban a graduar, ingresé a un “chat de mamás” para tramitar la libreta militar; por esos días, la prensa informaba sobre “batidas” en Antioquia. El intermediario explicó: “Es un trámite interno que hace que salga más favorable. Si la sacas por el sistema, te cobran un 1 % del patrimonio del papá y la mamá, 64 % del salario de ambos, más $2,5 millones por ser colegio estrato 6”. $5 millones por los dos (conozco familias que, antes de 2016, pagaron hasta $30 millones por una libreta). Me asesoré con abogados.

Mi esposo (periodista y exmilitar del Ejército Británico) y yo hemos escrito durante años sobre corrupción del Ejército colombiano. No pagaremos las libretas militares por dos razones: 1) la inequidad que hace que los jóvenes pobres sean los destinados al SMO, y 2) no enriquecer a una institución manchada. Agrego una razón exclusivamente mía: no parí hijos para empuñar armas. (Todavía oigo el mismo comentario, indignante, de mi adolescencia: “A los altos y blancos los mandan al Guardia Presidencial”).

Recuerdo que Florence Thomas alguna vez contó que su hijo (quien se “salvó” por sorteo) cayó en una “redada”: “No, mierda, yo soy capaz de acostarme con un general para que mi hijo no haga el servicio militar”… ¡Tampoco, pues!

Los estudios de la abogada Vanezza C. Escobar demuestran que, “en su mayoría, quienes prestan el SMO en Colombia hacen parte de sectores históricamente marginados y excluidos”. La Defensoría coincide.

Mi hogar vive la inequidad. Desde hace 18 años, la misma empleada del servicio doméstico ha cuidado de mi familia; su único hijo comparte una aspiración con mi hijo mayor: ser militar. Ese joven nacido en el nordeste antioqueño se presentó voluntariamente al Ejército para cumplir su sueño de ingresar después a la Armada Nacional: en sus entrenamientos matutinos frente al mar, alimenta sus esperanzas aunque le reiteren que “los guantes blancos no son para campesinos”.

Mi hijo mayor (con doble nacionalidad) será voluntario en el mismo Ejército en el que, con orgullo, su padre sirvió durante años.

Aunque la Corte Constitucional reconoce la objeción de conciencia, no entiendo cómo nuestra Constitución, liberal y pluralista, avala el SMO.

En las urnas, su eliminación (o alternativas) será un factor decisivo para mí. A la Cámara por Antioquia: Daniel Carvalho (109, Centro Esperanza). Si estuviera en Bogotá, Gabriel Cifuentes (103, Alianza Verde).

Para el Senado, Estamos Listas. O en el caso de Humberto de la Calle (1, Centro Esperanza), más que un voto sería un reclamo: que acabe con esta aberración y cumpla lo prometido.

 

Álamo(88990)12 de marzo de 2022 - 02:23 a. m.
Pero las preocupaciones no acaban ahí con el SMO: ahora seremos país anexo NO-OTAN y el NO-NATO presidente ya viene con más armas para los de a pie. El cambio está en las urnas.
Hernando(58851)12 de marzo de 2022 - 01:09 a. m.
Después del ejército libertador, nada parecido; lo único meritorio, la defensa del territorio ante la invasión peruana; las armas oficiales han servido únicamente al gobierno de turno y, casi siempre contra el pueblo; da pena decirlo pero ha sido la realidad. Pero podría prestar excelente servicio bajo órdenes de un buen gobernante.
Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)12 de marzo de 2022 - 12:15 a. m.
Votar por el Pacto histórico y la Colombia humana es el deber. Gustavo Petro tendría dos tareas esenciales: continuar el legado del gobierno de Juan Manuel Santos y cambiar a Colombia. El uribismo es la peor desventura de Colombia. No más con estos mensos y mediocres
CAMILITO(7137)11 de marzo de 2022 - 11:01 p. m.
La gente bien como la señora Restrepo se dan el lujo de pagar por una libreta militar o prestar el servicio en su otra patria y por la democracia maestro de Inglaterra. Que rebusque de columna para expresar su arribismo y expresar que todos somos iguales, pero unos somos mas iguales que otros. Les aterra que el pueblo encarnado en el PI con Francia, Aida y Petro SE TOMEN EL PODER.
jorge(17528)11 de marzo de 2022 - 10:04 p. m.
Los ejércitos (legales e ilegales) son organizaciones improductivas que lo único que cosechan es desolación, abusos y pérdidas en la dignidad humana. Desde Putin hasta lo que sucede en nuestro entorno, el negocio de la violencia existe y hay quienes se benefician de su perpetuación. La famosa libreta militar es una de extorsión velada. Los jóvenes merecen oportunidades para aportar desde la paz.
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