Colombia cambia. El panorama político es otro, los partidos tradicionales tienden a desaparecer y aparecen más movimientos y caudillos. Los extremos se fortalecieron, se debatieron sus ideas, unas más en la derecha y otras en la izquierda. Ganó Iván Duque la Presidencia, pero igualmente ganó la izquierda con Gustavo Petro, que se fortaleció; el centro se quedó en un limbo.
Muchos cuestionan que Duque está con la política, y sí, al igual que Petro, todos hacen política, y los acompañan técnicos y políticos, algunas caras conocidas que han estado en gobiernos anteriores e igualmente gente nueva. El tema de la política está en la forma en que se hace; el problema está en las costumbres. Se volvió una práctica dar prebendas, o la llamada mermelada, para aprobar proyectos y reformas. Tradicionalmente, los recursos que se daban iban para proyectos regionales, pero las cosas han cambiado un poco, el tráfico de influencias y los pagos por los contratos han generado corrupción, y eso no sólo es por parte de los políticos y aquellos que ocupan los puestos de poder, sino de las empresas que pagan. Es claro que esta será una bandera de Duque que unirá a todos los colombianos.
Si bien hay diferencias en los programas o énfasis en unas áreas más que en otras, es importante analizar qué está pasando con esos ocho millones de colombianos insatisfechos con el statu quo y que quieren un cambio.
Es necesario analizar esa agenda. Con respecto a los acuerdos, la gente quiere la paz, aun con las dificultades y adversidades que se presentan. Los jóvenes no quieren la guerra, y en este sentido mantener los acuerdos, aun con algunas reformas, y continuar la implementación es importante. Los jóvenes quieren oportunidades. Se quiere mayor inclusión social, más reformas e inversión en el sistema educativo que fortalezca el capital humano. Son necesarias, igualmente, reformas en la salud y en la justicia, que no funcionan adecuadamente. Respeto por las minorías y una aceptación de la diversidad son fundamentales en ese gobierno de todos. Proteger el medio ambiente, entre muchos otros temas, para buscar así la reconciliación entre los colombianos y la naturaleza. Igualmente es primordial mirar a las regiones. Los resultados muestran cansancio de la gente en las zonas de las costas, en el Pacífico y en el Caribe, donde se tienen altos índices de pobreza. Se requiere mayor presencia del Estado y más inversión social e infraestructura. Pero simultáneamente es importante tener instrumentos e instituciones que hagan que esas inversiones lleguen y no se pierdan en el camino.
Duque lo tiene claro: la necesidad de unirnos y gobernar para todos; tiene una credibilidad por encima de quienes lo acompañan y la gente tiene esperanza en que será diferente. Tiene una oportunidad única de generar cambios, y no es por su edad, pues la experiencia también es sabia, sino por su talante y lo que representa para muchos. ¿Será entonces la oportunidad de un gobierno para todos?