Mientras los acontecimientos políticos, nacionales e internacionales, se toman la vida cotidiana y la llenan de temores, aparecen, gracias a Dios, otros eventos que llenan los espíritus con aires de optimismo en nuestro país. El Festival Internacional de Música, el Hay Festival de Literatura en Cartagena y el próximo Festival Internacional de Teatro de Bogotá, a realizarse en el mes de marzo, permiten a los colombianos escapar de tanta carga de angustia para hacer de la vida algo mejor y parecido a la normalidad.
El II Festival de Música Internacional, organizado por la Fundación Salvi, ha llevado la música culta a distintos sectores de la población colombiana por medio del programa Formando Música, que busca un proceso de cualificación de la formación musical. La participación de músicos internacionales y de jóvenes músicos colombianos permite un intercambio civilizado a través de la música y el deleite para miles de colombianos y cartageneros que consiguen la paz del espíritu en este tipo de actividades.
Por otra parte, el III Hay Festival de Cartagena, versión del Hay Festival que nació en Inglaterra, se ha convertido para muchos colombianos en un sitio de encuentro para los amantes de la literatura que disfrutan del diálogo y de las reflexiones de quienes guían, a través de la palabra escrita, la conciencia de nuestro tiempo. Ello también permite aislar el ruido que producen el conflicto y la violencia que nos azotan.
El Festival de Teatro, liderado por Fanny Mikey, promete igualmente ser un remanso de tranquilidad en la medida en que facilita la participación de todos los bogotanos sin distinción de ninguna especie y, al acercar a expresiones más elevadas del espíritu, aleja del sinsabor de la guerra en la que parecemos sumergirnos.
Las expresiones culturales de este tipo juegan sin duda un papel fundamental en los pueblos, no sólo como formadoras del conocimiento, sino como un aspecto fundamental para la convivencia y para el entretenimiento de los ciudadanos. Por ello resulta fundamental en esta coyuntura que vivimos la acogida de los medios de comunicación y la participación de la empresa privada, lo que permite la difusión de estas actividades entre todos aquellos que no pueden asistir.
Esto nos lleva a insistir en la necesidad de fortalecer el tema cultural dentro del Gobierno, pues es sin duda un elemento que, fuera de contribuir en la formación y el enriquecimiento del ser humano, en la promoción y preservación de la pluralidad y la diversidad cultural que hacen parte de nuestra identidad, ayuda a la convivencia ciudadana. El Estado colombiano está en mora de implementar una política cultural más efectiva. ¡La verdad es que a éste le conviene!
Ahora bien: a pesar del remanso en que estos eventos nos han sumergido, tengamos presentes a quienes se hallan privados de su libertad y ¡no cesemos de exigir su liberación sin condiciones!
