Todo año comienza con esperanza. Es imposible que no sea así. Cada temporada empieza con ilusión, así los refuerzos no sean los que se esperan, los que la historia dicta, los que el bolsillo de otro puede adquirir.
Cada año, en esta época donde sólo hay fútbol, internacional, y se extrañan las jornadas de domingo de nuestro fútbol, con sus canchas inundadas y sus estadios a medio hacer, uno hace sus propias cábalas y sus propias profecías.
Todos somos campeones cuando empieza el año, todos estamos mejor que en el pasado, todos creemos que este año sí, y que la esquiva estrella volverá.
Eso es en el fondo ser hincha, un mendigo del optimismo aunque el equipo no lo reafirme en el campo. Uno no se hace hincha de la realidad, sino de la ilusión. Uno se enamora por razones sádicas, por momentos, por historias increíbles que de pronto, a la luz de los años, ya no tienen sentido.
Todos recordamos la primera vez que fuimos a un estadio, la alegría inmensa de esa inmensidad, el tamaño de los jugadores visto desde las gradas y el grito de gol que para siempre nos contagió.
Todos recordamos los momentos felices que nos ha dado el equipo que amamos, así hoy eso sea sólo recuerdo. El hincha vive del ayer, para reafirmar su amor en futuro. El hincha sobrevive, porque no pierde la esperanza.
Muchos mal llamados hinchas han abandonado el amor por su equipo por la falta de resultados. Muchos, han entregado su alma a la indolencia, a la ausencia de sufrimiento para no tener que soportar el lunes sus tristezas. Los entiendo, pero no lo comparto.
Los hinchas estamos condenados al dolor, al sufrimiento, a la vergüenza, y sólo a veces, muy pocas veces, a la gloria. Pero esa gloria es tan hermosa, que nos alcanza para apalear las tristezas. Empieza un nuevo año, empieza un nuevo semestre, y como por arte de magia la ilusión regresa. Este año sí, este año con seguridad el equipo que amamos, el que cada uno lleva en su alma, seguro nos ilusionará.
Ojalá esa ilusión no dure apenas un domingo. Ojalá no haya que esperar otros seis meses u otros 365 días para volver a creer. Ser hincha es vivir en el mundo real, pero soñar con que se puede habitar el paraíso.
Feliz año a todos, y muchos domingos de optimismo, en un mundo donde el fútbol, como decía Arrigo Sacchi, es lo más importante de lo menos importante.
