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Néider Morantes, un veterano de mil batallas, soltó una frase que me está dando vueltas en la cabeza. Lo hizo, luego de que el Envigado, encabezado por él, derrotara al Nacional en la primera fecha de la Liga Postobón 2011.
Morantes dijo que ya no se gana de camiseta, punto. La verdad, hace mucho que no es así. La camiseta ya no juega, no infunde temor ni reverencia. Desde hace 20 años, el fútbol colombiano escribe su historia cada 90 minutos, y no hay grandes o chicos, sino equipos en buen o mal momento.
La mayoría de jugadores que actúan hoy en Millos, por ejemplo, no conocieron la gloria del equipo azul. No saben la historia que llevan sobre su cuerpo, ni las gestas que con ese uniforme se labraron. Ellos ignoran la historia, y por lo tanto no la cargan a cuestas. Ni para bien ni para mal.
Acá, desde la década de los 90 y en especial desde los torneos cortos, no hay grandes o chicos, porque cada semestre los protagonistas cambian. Hace mucho que no hay un constante animador como Barça o Real que domina en todas las plazas. Acá tenemos hilachas de la historia, como familias venidas a menos, que mendigan su abolengo. Acá, los dirigentes y la mafia han condenado a muchos equipos a victorias pírricas, pues luego de la gloria ha venido la realidad de la bancarrota.
Santa Fe busca patrocinios. América reza por sobrevivir. Millos intenta e intenta. Nacional compra y compra. Cali, se refuerza y se retuerce. Esos, que en algún momento fueron los históricos, por sus estrellas, hoy pueden bailar o salir bailados en cualquier estadio.
La camiseta es a veces como una casa en ruinas, que cualquiera besa hoy y mañana hipoteca. Pero no todo es malo, muchos equipos han tenido la oportunidad de celebrar gracias a eso, de vivir su propia fiesta, de coserle una estrella que en otra época jamás hubieran tenido. Lástima, que todo ello, sea más resultado de la mediocridad que nos caracteriza, que del talento o la mejora. Seamos sinceros, las camisetas se han devaluado y nadie gana de camiseta, no porque nuestro fútbol se haya enriquecido, sino por todo lo contrario.
