La virtud del título con frecuencia escasea, sobre todo en los países de la mitad de la tabla. La palabra tiene su origen en la práctica de atar un plomo al final de una cuerda para medir la verticalidad de algo, digamos, de una pared. El ojímetro engaña. Por supuesto que el polémico metal de referencia, gris y pesado, evoca cosas mucho más peligrosas, que suelen volar sin control en muchos conflictos: las balas. Manes contradictorios del ingenio humano.
En los últimos tiempos el aplomo no abunda en la política regional latinoamericana. Aunque yo llegué a pensar que Gabriel Boric se iba a guiar por él una vez en el poder, las cosas...