Tratar de entender el tiempo presente comparándolo con otros tiempos es una tentación ubicua, aparte de descaminada. Gústenos o no, los tiempos nuevos tienen ese elemento constitutivo: no son repetición de nada y, por lo tanto, exigen un análisis autónomo. Claro que los antecedentes importan y nos dan lecciones, si bien la lección más importante de todas es que el aspecto determinante de lo nuevo hay que entenderlo con herramientas nuevas, o por lo menos muy remozadas y recalibradas.
Vamos al ejemplo más candente de todos: Putin. Este señor es un dictador contemporáneo, así tenga antecedentes. Sin embargo, es diferente de los...
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