En Colombia, el país con mayor cantidad de correctores de pruebas por metro cuadrado de cuantos hablan español —yo mismo he cometido ese pecado—, hacer un elogio de los errores gramaticales implica ponerse a tiro de las plumas indignadas, pero ni modos.
“Ojalá que te vaya bonito... que conozcas personas más buenas”, cantaba José Alfredo Jiménez, tremendo poeta del idioma sencillo, además de bebedor suicida y machista de los de antes. Ya veo al profesor atildado levantando la mano: “No, señor Jiménez, es ‘ojalá que te vaya bien’ y ‘que conozcas personas mejores’”, versos ambos más correctos, aunque muy inferiores a...
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