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Pacifismo equivocado

Andrés Hoyos

20 de agosto de 2025 - 12:05 a. m.

Hay, en especial en Europa, importantes huestes pacifistas, integradas sobre todo por liberales y por tal cual hippie trasnochado, más gente suelta de otras denominaciones. Tienen la consigna de que deberían terminar todas las guerras, lo cual suena bonito, hasta que uno repara en un pequeño detalle: eso no es lo que piensan los dictadores y autócratas del mundo, quienes todavía gobiernan algo así como la mitad del globo; o sea, Putin, Xi Jinping, los mandamases de turno en Corea del Norte, Pakistán y un largo etcétera, cuya ristra de nombres no me quiero aprender, no concuerdan. Un factor se vuelve crucial en esos casos: un dictador o un autócrata tiene que contar con el apoyo de las fuerzas armadas y de policía de su propio país, so pena de ir a parar a la basura. De hecho, hay guerras civiles donde dos o más mandamases aspiran al poder; por ejemplo, en Sudán.

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De ahí que se vea del todo despistada la posición, digamos, del primer ministro español, Pedro Sánchez, quien se rehúsa a subir el gasto público en defensa. ¿No ha entendido que Putin es un dictador que también lo tiene a él en la mira? La ventana de tiempo de Europa para multiplicar su aparato de defensa es reducida, so pena de que los malandros que acechan en las fronteras se devoren el continente. Cierto, desde hace por ahí ochenta años el peso de la defensa europea lo ha cargado Estados Unidos, pero en esta gran potencia hoy manda un personaje de peluquín al que, al menos yo, no le confiaría ni la seguridad de mi propia casa. Cierto, dentro de tres años lo reemplazará otro, si bien las alarmas por Trump tuvieron que haber sonado con gran estridencia en Europa. Con alguna dubitación es lo que han entendido Macron, el presidente de Francia; Merz, el canciller alemán; y Keir Starmer, el primer ministro inglés, para mencionarlos apenas a ellos. Ya veremos qué cara adquiere el aparato de defensa europeo en 2027 o 2028, digamos.

Ahora bien, surgió un actor con el que no contaban los pacifistas citados: un antiguo comediante, Volodímir Zelenski, el presidente de Ucrania. Su país, atacado y menospreciado, ha montado una respuesta contundente a la aleve invasión del vecino. Incluso ha alterado las reglas de la guerra y está generando una potente industria militar que será crucial en el futuro de Europa. Mucho se discute a quién favorece el paso del tiempo en este conflicto. Más de tres años después de iniciada la invasión, uno tiene la impresión de que el tiempo ha empezado a favorecer al underdog, para usar esta palabra del inglés que no tiene buen equivalente en español. Si Ucrania resiste según se espera, ello implica que, por ejemplo, Latvia, Lituania, Estonia y Polonia no serían las siguientes piezas del dominó en caer.

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El último jugador de peso en esta ecuación es, por supuesto, Donald Trump. El vanidoso presidente americano ha estado dando bandazos sobre las amenazas que hay en el mundo. Cuando parecía estar virando, de forma lenta, contra Putin y su régimen, vino el fiasco de la semana pasada en Alaska. ¿Concluirá este sainete con algo que de veras afecte al nuevo zar ruso? Nian se sabe, si bien don peluquín sigue haciendo de trampolín para que salte ahí el antiguo jefe de la KGB soviética. En fin, nada menos que el futuro del mundo está en juego por allá, así los pacifistas despistados prefieran esperar las posibles explosiones sentados en un café con un agradable vaso de Aperol en la mano.

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andreshoyos@elmalpensante.com

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