Atlético Bucaramanga consiguió su victoria más resonante en 77 años de fundado, al ganarle a Racing de Avellaneda en su casa, el legendario Cilindro que siempre fue inexpugnable para los equipos colombianos. Los dirigidos por Leonel Álvarez llegaban al segundo partido del grupo E de la Libertadores con el sabor agridulce de su debut ante Colo Colo en el Américo Montanini de la semana pasada, que se estacionó en empate después de ir ganando tres veces y con amplitud, para conformarse con un 3-3. El local, campeón reinante de la Copa Sudamericana y que había aplastado 3-0 a Fortaleza en su casa en esa misma primera jornada del grupo, afrontaba el duelo de jueves por la noche con la gracia del amplio favoritismo en las apuestas. La Academia como se le conoce al dirigido por Gustavo Costas, se ha caracterizado por su contundencia goleadora y su dinámica en el juego y venían realmente impulsados y llenos de confianza para enfrenar al leopardo, pero el fútbol, que una que otra vez sorprende, tenía preparado otro final para el episodio copero.
El equipo santandereano sabía que debía mejorar su tendencia, muy colombiana, de no sostener los resultados. Además del mencionado en la primera fecha de la fase de grupos contra el cacique, el fin de semana le había ocurrido en Ibagué frente a Deportes Tolima, al que le ganaba 1-0 terminando los primeros 45 minutos, pero que al finalizar el complemento le remontó para quedarse con el 2-1 a favor. Si bien es cierto desde la llegada de Leonel las maneras habían mejorado, y se consiguieron un par de victorias al hilo en el campeonato, las dudas asaltaban ante semejante reto internacional. Ante la ausencia por lesión del capitán Jefferson Mena, la posibilidad de usar tres centrales no parecía ser la adecuada, aun cuando se ajustaba a la memoria del campeón del 2024. Entonces, optó por el 4-2-3-1 con mucha solidaridad, atención y valentía con la pelota y funcionó. Salvo los primeros seis minutos que fueron del local, después el visitante se aplomó y fue construyendo el triunfo que capitalizó en la segunda parte cuando llegaron los goles. La gran actuación de Aldair Quintana que le tapó un par de disparos a Maravilla Martínez, la seguridad de Henao y Romaña, la aplicación de los laterales, pero, sobre todo, la precisión y habilidad de Flores, encontraron como siempre al líder natural del equipo, en su oficina, Fabián Sambueza, que apoyado en sus extremos Londoño y Castañeda y su 9, Pons, consolidaron la obra maestra que se ensució un poco con el descuento de Barrios, apenas decorativo. Ese es el camino que deben seguir nuestros equipos en estas competiciones. Sin complejos, con inteligencia y convicción. Falta mucho, pero el Bucaramanga quiere ser protagonista y no ser invitado a la fiesta para no bailar ni una pieza. Ya se demostró a sí mismo que tiene una línea digna y decidida para seguir y buscar más alegrías para su noble hinchada.
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador