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Confieso que no había caído en la cuenta de la realidad hasta este viernes con el sorteo en Catar. Apenas despertaba después de mi larga travesía por territorio venezolano, donde estuvimos cubriendo el partido del martes pasado. No tenía gran expectativa de clasificación por obvias razones, pero la esperanza de un milagro mantenía la ilusión en el corazón patrio.
Pasó lo que tenía que pasar, y muy merecido además, después de una mala eliminatoria sin hacer respetar la casa y cambio de técnico incorporado. No la vimos venir a la noche fría de la eliminación, porque confiamos muchos en que Reinaldo Rueda nos iba a encarrilar y al final nos terminó de desviar. El cúmulo de errores dirigenciales, desde la manera en que salió José Pékerman, la demora en escoger a su sucesor y el tipo de técnico contratado, se sumaron al bajo nivel de la mayoría de los integrantes de un buen plantel para la región, y concluyó con tremenda catástrofe.
Nos quedamos por fuera otra vez después de que pensábamos que no nos podía pasar más. Tendremos tiempo de seguir buscando causas, pero no así para encontrar un DT, por eso hay que definirlo pronto y entregarle las riendas de un proyecto serio y a mediano plazo. No más siestas de siete meses señores de la Federación, ni ahorros de sueldo de aquí a diciembre que termine el Mundial. Hay que sentarse ya a trabajar.
Al ver la ceremonia, se definieron grupos parejos en su mayoría. La excepción tal vez en el Grupo E, que tiene a España y Alemania, pero que tampoco da para llamarlo de la muerte. Argentina y Brasil tienen rivales accesibles y no deberían tener problemas para vencer. Se encontrarían si no pasan primeros de sus primeras fases y si siguen por su cuadro evitarían a Francia, mas no a alemanes o españoles, dependiendo de quién se imponga en el mencionado E.
Los uruguayos vuelven a verse con los ghaneses, a quienes derrotaron en 2010 en la famosa tanda de penales con el gol de Abreu, y portugueses que no pudieron con ellos en 2018, yéndose para la casa muy temprano aquella vez con CR7 a bordo. Resumiendo, podrían darse finales muy atractivas siempre y cuando los favoritos ganen sus zonas.
Grandes ausentes, los apellidos Díaz, Salah, Ibrahimovich, Insigne y Haalland. ¿Va a ser el último de los mundiales de 32?, el último también de los que organiza un solo país?, ¿seguirá la hegemonía europea?, ¿habrá grandes sorpresas? Llegará noviembre y lo sabremos, eso sí, desde lejos irremediablemente.
